OH ANOCHECERES…
Oh anocheceres violetas…
Viene ya el invierno
con quejas de flautín…
En el parque abandonado,
estridentes lamentos
y un negro croar…
Eternidad,
agravación…
Bandas funerarias de latón
proclaman la agonía del otoño…
Un congelante viento ha arribado;
y bajo los miembros de un esqueleto
un demente aúlla.
No es un trance de usted.
—Ella viene. Ella no viene…
Oh anocheceres violetas…
ANHELANDO
Amanece y hay un frío de otoño;
y el humo se riza en mechones.
Tan lejos como tus ojos ven
hay una niebla sobre los huertos.
En los campos desiertos
suena un eco de voces quejumbrosas.
En las laderas de los viñedos,
un chasqueo y un llamado son escuchados.
Los niños corren con cometas
y te sientes como uno de esos niños
y lloras…. Hay un frío de otoño
y una niebla sobre los huertos.
OTOÑO
Un poderoso disparo de reporte
ruge en las laderas de la ciudad.
El metal suena a trompetas, allá,
bajo las barrancas… Es otoño.
Una campana de escuela es escuchada
en la mañana desierta, venturosa.
Papeles y hojas revolotean en la esquina
en círculos que marean, al azar.
Con un pináculo dominante y severo
la catedral mira siempre al horizonte.
Los jardines del pueblo están desgarrados
y sus hojas se deshacen en todas direcciones.
Y como en los viejos tiempos,
un cuerno viene de las laderas en alarma.
El metal suena a trompetas, allá,
abajo, en los barrancos… Es otoño.