Está la Catrina muy celosa
de todos los besos que me das,
dice que a lo largo de este mundo
no hay nadie que bese igual.
Que si es tu mirada traviesa
y lo dulce de tu constante reír…
¡es que nada se le compara, cielo,
a tenerte siempre junto a mí!
María Guadaña trata de convencerme
de que, por favor, ya te deje marchar,
es que ella nomás no entiende
que jamás (de ti) me quiero alejar.
Podría vivir de tu cálido abrazo
y alimentarme de honesto y puro amor,
y si se empeña en venir a robarte
¡pues que mejor ya nos lleve a los dos!
A veces la compadezco harto,
qué fría y solita se ha de sentir,
soy de la idea que también ‘la huesuda’
debería saber lo que es vivir así.
Voy a pelear con ‘la flaca’,
para que nunca te aleje de aquí,
porque de uno u otro modo
quiero siempre vivir y crecer en ti.
Ya se va la pobre muerte,
llorando y sintiendo profundo dolor,
creo que ella también merece suerte
y es de las que añora un buen amor.
Te voy a cubrir de amarillas flores,
de cajeta dulce, incienso y pan de anís,
para que todos te contemplen lento
y descubran toda la belleza que hay en ti.
Ya no necesito ni aspiro a nada,
no hay más mundo que cambiar o construir,
¡vivir dentro de tus ojos, al calor de tus palabras,
es lo que hace a este corazón latir!
La muerte algún día volverá a encontrarnos,
y nos dirá que la hemos de seguir,
si vas conmigo, corazón y vida,
te tomo de la mano y me voy feliz.