¿Por qué no hacerlo? por Gabo Díaz

A menudo nos encontramos con amigos que tienen su “sueño frustrado” o su “solo lo hago en mis ratos libres para distraerme”, como pretexto para no hacer lo que realmente les apasiona.

Bien se dice que el peor enemigo está en nuestra cabeza, y es que el miedo en la mente es más poderoso de lo que se imagina, ya que en ocasiones impide repetir lo que se hacía de joven: el pensamiento positivo antes de ir a dormir o ejecutar el plan del dibujo que se pintó en la primaria con el legado “Mi sueño es…”

Existe el maestro de universidad con dos carreras, maestría y diplomado, cantando asombrosamente los fines de semana en bares; el exitoso abogado  con una peculiar forma de curar a los animales en malas condiciones que se encuentra por las calles; la esposa o madre de casa que tiene un sazón inigualable en la cocina con cada receta que hace e inventa, y ni  hablar de los estudiantes de matemáticas con un talento nato para las artes o los deportes.

No es de dudar que en el mayor de los casos, la profesión u oficio no necesariamente tenga que congeniar con la vocación, de ahí la causa-efecto de las personas tóxicas y estresadas de diario sin ganas de aportar algo más de lo que se les pide y punto. Seguramente recordaste al mesero con mala actitud o la oficina a la que llegaste a pedir informes y que sin educación ni motivos te mandaron por un tubo, ¿no?

Experimentar e innovar sin joder a los demás es la cualidad más difícil de encontrar, pero vivir sin joderse así mismo, lo es aún más. 

Ve a ese concierto, ponte el tatuaje que siempre has querido, emprende tu propio negocio, externa tus creencias, confiesa a los tuyos lo que eres, no reprimas lo que te duele, intenta ese deporte extremo y con lo que ya no quieres seguir en marcha simplemente déjalo; la incertidumbre de los resultados y las críticas negativas sobran cuando se es feliz.

Imagina despertar dentro de algunos años y no sentirse orgulloso de lo creado porque no se tomaron las decisiones correctas o porque esa no era la vida que se imaginaba.

¿Por qué no empezar a tomar las riendas de la vida al modo y gusto propio?  El límite no existe cuando los sueños son grandes como el universo y las ganas de cumplirlos son proporcionales.

Quizás parezca que no funcione por ser arriesgado pero, ¿y si sí?

 

 

Gabriela Díaz Corona.

Comunicologa, locutora, deportista, cantante y mamá.

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