¡Que pase el desgraciaooo! Por Mariana Perea

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El espectáculo de circo no desilusionó en cuanto a dimes y diretes, porque en materia de justicia dejó mucho que desear.

Como ya viene siendo costumbre de las últimas semanas, las declaraciones de Emilio Lozoya fueron el epicentro de la atención presidencial. Sin embargo, ya pasamos a formato audiovisual, gracias a los videos “filtrados” en esta novela de intriga que tiene al ejecutivo pasmado al grado que se le olvidan las crisis que atraviesa su gobierno. Aunque el Fiscal General actúo a la perfección su papel de parte acusadora, parece que se equivocó de libreto y ejecutó un programa de “Laura Bozzo en América” con López Obrador como presentador estelar diciendo “¡que pase el desgraciaooo!”.

Siempre hay un hermano incómodo, para Carlos Salinas fue Raúl, para Andrés Manuel López Obrador es Pío. Y es que justo cuando el presidente cosechaba los frutos de las declaraciones de Lozoya, Latinus y Loret de Mola siguieron la moda de difundir videos incómodos. Las “aportaciones voluntarias” que el “pueblo bueno y sabio” dio a MORENA fueron comparadas por la “no-primera dama” con el financiamiento que la Madre de la Patria (Leona Vicario, no la señora Gutiérrez Müller) dio para la insurgencia independentista.

El mensaje de doble moral de la 4T es claro: robar esta mal si no lo hago yo. Financiar campañas por debajo de la mesa es crimen, excepto si es para mi movimiento. Ser corrupto es inaceptable, si no soy yo. Porque en la cabeza de López Obrador la presidencia equivale a la posición de tlatoani y, cómo tal, él se siente tocado por los dioses…bueno, el señor tocado sí parece estar.

En la aclamada sección “siempre hay un tweet”, recordamos como el 4 de junio López-Gatell señaló 60 mil muertes por COVID como el escenario catastrófico. A poco menos de dos meses después, México ha cruzado ese umbral. La cifra oficial el sábado por la noche eran 60, 254 fallecidos por coronavirus. Sin embargo, el desempeño del subsecretario de Salud y Prevención le ha merecido en recompensa la dirección de la COFEPRIS (aunadas otras 11 comisiones e institutos), pues esta administración sabe premiar la fidelidad al régimen y olvidar la mediocridad. En tanto, nos faltan (oficialmente) 60, 254 mexicanos.

Sin duda que es más fácil criticar que hacer. Apuntar el dedo para señalar las carencias de los demás es bastante sencillo, no se requiere más que una cuenta de Twitter o alguna otra red social. No obstante, planear y ejecutar soluciones a las problemáticas nacionales es mucho, mucho más complejo. Este gobierno se ha especializado en ser crítico -de administraciones pasadas- y las misas de gallo que celebra el ejecutivo predican la misma homilía “nos dejaron un reguero y estamos tratando de limpiarlo…”. Un tweet de El Antituiter (@andrefelgiraldo) lo resumió tan bien que le fue atribuido a Angela Merkel:

“Ningún presidente ni alcalde «hereda problemas». Se supone que los conoce de antemano y por eso se hace elegir, para gobernar con el propósito de corregir esos problemas. Culpar a los predecesores es la salida fácil y mediocre de los malos gobiernos. Si no pueden, no se postulen.”

No soy la primera ni la única en decirlo: al poder se le cuestiona, pero no por la hora sino por sus resultados.

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