Quédate conmigo por Iván Alejandro Díaz Acevedo

Fotógrafa: María Paola Garrido Barrera (paogarriido)

 

Me preguntaste qué era eterno y yo contesté reflexivo: la muerte, la ansiedad y el deseo.

“¿Y el amor?”- replicaste. Y yo que no sé de palabras no supe qué responderte, y yo que no sé de futuros me quede paralizado ante el hecho de no poder retenerte. Y yo que no supe de plegarias no supe a qué divinidad rezarle para parar la predestinación que me condenaba a perderte.

El pasado nos persigue y es que somos un par de rotos y descocidos que mitigan su dolor en el hombro del otro. Estamos perdidos en un mundo sinsentido, estamos condenados a sufrir la miseria del mundo que nos muestra lo inhumanos que podemos llegar a ser.

Pero mi amor, sólo importa la idea, sólo importa ese hijo bastardo que nos asecha al terminar el día, sólo importa el sueño del “podría ser”, la sombra del porvenir que nos persigue en un presente permanente.

Yo no sé de amores, ni de promesas, yo no te sé, tú no me sabes, no nos sabemos, pero aquí nos encontramos, aquí encuentro la idea entre la espontaneidad de tu abrazo, aquí… ¡aquí está la idea!, la idea de vernos en los ojos del otro, aquí está la posibilidad loca de reencontrarnos todos los días en el despertar del otro.

No nos sabemos, somos dos extraños en la tierra de las vanidades, en la periferia de las verdades absolutas, somos instancias subjetivas eternamente insatisfechas, pero aquí te miro y la subjetividad es suficiente, aquí te siento y la interpretación de nuestras desgracias pareciera insignificante ante la solemnidad de tu compañía.

Me preguntaste extrañada por qué no tengo espejos, me preguntaste cómo puedo saber que mi boca estará en su lugar cuando me despierte por las mañanas, cómo puedo saber que mi nariz no se escapará traviesa cuando deje de verla. ¡Y la verdad es que no lo sé!, yo no sé si estarán ahí al día siguiente, pero estoy seguro de que así será porque tengo fe. Yo no sé si el amor sea eterno, pero tengo fe en la idea de saberte junto a mí, tengo fe en que el mañana traerá días buenos, tengo fe en que las alegrías compartidas serán justificante suficiente de los días de lluvia. Tengo fe de que si te quedas el amor será suficiente para sentirnos cobijados ante la fragilidad de la existencia.

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