Que una herida abra mis entrañas y germine en poesía, que se consuma con palabras.
Anochecer quizá, escuchando a Nacho Vegas y 8 años y medio.
Despertar con el sabor amargo de una despedida disfrazada de whiskey.
Pasar la semana entera comiéndome tu recuerdo, solo para vomitarlo más tarde, con el daño, con las mentiras y estrías que provocó el adiós.
Quiero que algo duela.
Quiero escribir sobre tu adiós, la pasta de dientes que dejaste casi vacía, la puerta del baño quebrada y el labial rojo guardado en tu gabardina que jamás me devolviste.
Quiero que duelas.
Quiero sentir que de alguna manera significaste algo, que detrás de la confusión y cigarrillos aplastados en el piso, tu recuerdo inherente me lastima, pero no hay nada.
Supongo, temblando de frío, que al final del día las flores marchitas como tu presencia; no impresionan a nadie.
Entonces no dueles y yo me quedo en escases de poemas por escribir.