En algunos lugares, cuando la temperatura desciende demasiado, el aire es tan frio, que hasta puedes ver el cantar de las aves a través de su aliento, pues cuando cantan, parecieran soltar notas musicales al viento, esto me hizo reflexionar sobre el aliento de las personas, claro yo no me muevo o me mueven mucho, por que estoy en una estantería, ah claro, amado lector debo de confirmarte una cosa, soy una botella de vino, para serte mas concreto un vino español, del año 2000, soy un poco joven la verdad, pero me gusta creer que soy también algo inteligente, estoy en la estantería de un joven empresario, que me restriega a sus invitados que algún día, cuando el me herede a su hijo o hija, valdré millones, por que seré uno de los últimos vinos hecho como se hacían “antiguamente”, le informo señor, que hay tradiciones que nunca mueren, ustedes siguen vistiéndose bien para “llamar la atención de las hembras” lo he visto, pues mi dueño siempre se pone su traje blanco cuando invita a esta chica a la casa, también se pone de este asqueroso perfume de algas marinas y no se qué otra porquería “exótica y extravagante” los humanos siguen siendo animales que usan su biología a su favor, para llamar a sus opuestos.
Cambiando de tema y recordando eso de los opuestos, hace mucho que estoy solo aquí en esta estantería, pues no recuerdo la última vez que me acompaño otro vino, un vodka o incluso un wishy, dios como odio a esos sujetos, se la pasan con su orgullo americano “hey, ¡miren me! Clint Eastwood solía beberme!” a nadie le importa amigo si te bebió el mismísimo Jesucristo en persona o lucifer, sigues siendo alcohol, una bebida para ellos no vales mas que el tonayan que se bebió un vagabundo, son cosas que me irritan, pero retomando el tema, hace mucho que estoy solo, he visto que mi dueño ya no trae bebidas a la casa, de hecho pareciera que algo ha cambiado en el, la naturaleza humana es fascinante, ahora lo veo fumar tres veces más, sentado en su sofá mirando series en Netflix todo el día, hasta a mí me aburriría un sujeto así, pero ahora mismo, algo esta pasando, son las 2:21 de la mañana, el tipo esta en su sofá de cuero, llorando, escuchando canciones que si normalmente se reprodujeran alguien gritaría de fondo “ parale a tu pedo wey, que no ves que aquí queremos pasar un buen rato” no soy un experto en estas cosas del amor o el cariño, las pocas bebidas que he conocido que han compartido estantería conmigo, se las han bebido ese mismo día o un día después, pero aun recuerdo a esta botella, era una ginebra, hermosa, recuerdo que mi amo afirmo que era “ para navidad” pues según el tenia un gran evento en manos.
La damisela y yo comenzamos a hablar, ella me dijo que se sentía cómoda con su inevitable destino, su aparente muerte, pero ella veía en mi una cierta incomodidad, mentí pues le dije que yo tenia miedo, pues yo sería para día de acción de gracias, en aquel momento aun si no podemos movernos o si no podemos mirarnos como tal, sentía sus ojos sobre mí, sentía que habíamos conectado de cierta manera, verán, cuando dos personas están ante la fuerza centrífuga del destino, es muy difícil zafarse, casi imposible, hablamos mucho, hablábamos sobre como nuestro amo, le gustaba demasiado presumir, pero las chicas salían enojadas de su cuarto, de cómo el humo es la lenta muerte del alma y de como nuestros interiores no son pecados, si no milagros, ella me comentaba que mi contenido, la uva y el alcohol, eran la fusión de la pasión y el amor, de dos fuerzas que parecieran similares, pero son totalmente distintas, pues el amor es suave y dulce, mientras que la pasión es fuerte y agresiva, amarga pero adictiva, aun recuerdo que esa noche que ella me comento eso, le dije que, me sentiría solo, pues ella se iría primero que yo y estaría muy solo, pero ella me dijo que mirara a las hojas de los árboles, a como caen y se vuelven cafés y que al hacerlo, la recordara, pues el vidrio que la conformaba era color verde obscuro y su etiqueta marrón, en ese momento, solo sentía si tuviera corazón, se me hubiera salido por la boca de tanto que palpitaba, es curioso como conocemos a aquellos que nos completan, pero la vida nos separa, llego el día 23 de diciembre, nuestro amo llegaba a casa, la ginebra y yo platicábamos en paz y distraídos, cuando mi amo se acercó, fue ahí cuando aterrado, lo note, sus torpes pasos, su cabello desarreglado y si saco hecho tirones, estaba ebrio, se acercó al a estantería y tomo a la ginebra, ella no pudo evitar gritarme, y yo no pude evitar llorar, aun nos quedaban dos días, si la noche iba bien, al vez tres, pero no llore solo, el dueño lloro conmigo, fue escuchándolo, mientras bebía a la ginebra, que nadie iría a su fiesta, que sus amigos lo habían abandonado y lo habían ridiculizado, no sentí empatía por él, lo único que podía sentir, era un odio recorriéndome, sentía que si el me bebiera ahora, lo único que sentiría seria un ardor en su lengua la haberme vuelto tan amargo y siento también, que su tristeza se hizo mas grande, al beber a la ginebra que se sintió devastada al irse de mi lado.
Ahora miro a las hojas cada mañana, cada noche y cada que puedo hasta lo que ustedes podrían decir es “quedarse dormido” pensando en aquella ginebra, que si es que hay un cielo ha de estar esperándome ahí y sabrá, para todo el tiempo que ha pasado, que le mentí o que el amo aun no me ha bebido, espero que lo haga, espero que un día, llegue tan borracho o drogado que solo me beba y me permita reencontrarme con aquella ginebra, los días pasan y pasan, cada vez más largos, cada vez mas pesados pues una tristeza se arraigo en mi el día que perdí a la ginebra, pues el invierno continua y las hojas siguen sin aparecer, me alejan del recuerdo que ella me dejo, al parecer ya falta poco para la primera, es interesante lo que puede descubrirse de uno al indagar en la naturaleza humana, resulta que mi dueño, también tenia a su ginebra, pero que ella lo dejo y entonces, el empezó a meter whiskys, vodkas, cervezas incluso, cosa que lo amargo por dentro y todos los que lo probaban, sentían su amargura y por eso se iban de la casa tan rápido, pero el día que iba a hacer su fiesta, ella le pidió que se vieran y lo hizo, se vieron y ella le informo que se iba a casa, quería que el fuera a su boda, pues aun lo apreciaba como amigo, pero el se sintió tan devastado que no dejo de beber y no fue a la boda, una vez conociendo esto, si pudiera hablar, lo único que le diría seria “ te entiendo hermano, te entiendo” pero por el momento, solo espero, el retorno de las hojas, el retorno de su recuerdo.