Aunque soy un gran amante de los cómics, debo confesar que nunca me acerqué al título Umbrella Academy, escrito por Gerard Way e ilustrado por Gabriel Bá, debido a que también soy humano y, como tal, propenso a los prejuicios de vez en cuando. Así pues, hace algunos años evité leer esta historia al enterarme de que el guionista no era otro que el vocalisa de My Chemical Romance, banda demasiado emo para ser de mi agrado.
En todo caso, ahora que se realizó la adaptación en serie televisiva para Netflix, decidí echarle un vistazo y, la verdad, el resultado me gustó bastante.
El capítulo piloto de Umbrela Academy cuenta la extraña historia de varios niños que nacieron el mismo día, con la particularidad de que fueron concebidos inmaculadamente y se gestaron en el lapso de un día. Sir Reginald Hargreeves, un millonario excéntrico mezcla de Charles Xavier y de Luisito Rey, adopta a siete de estos bebés y los cría como hermanos en una enorme mansión. Cuando los niños manifiestan poderes superhumanos, Hargreeves comienza a entrenarlos como un equipo de súper héroes infantiles en una lucha contra el crimen.
Los siete niños no recibieron nombres, sino números, de Hargreeves, pero fueron bautizados más tarde por su madre robot. Luther, el número uno, es súper fuerte; 2, Diego, lanza cuchillos (?); 3, Alison, puede manipular a la gente susurrando a sus oídos la frase “oí el rumor de que”; 4 es Klaus, que habla con los muertos; 5 es Número Cinco (?) y puede teletransportarse y hasta viajar en el tiempo; 6 es Ben, y puede invocar monstruos tentaculares de su cuerpo; 7 es Vanya (interpretada por Ellen Page), y toca el violín.
La serie da saltos entre el presente, con esos mismos niños en sus treintas, y el pasado, cuando eran sujetos a la estricta vigilancia y disciplina de Hargreeves y, por este medio, somos testigos de los orígenes de sus inseguridades y complejos, que cristalizan más claramente con el tiempo.
La trama gira en torno a prevenir el Apocalipsis, del que Número Cinco tiene noticia gracias a un viaje al futuro. Hay una extraña agencia que quiere asegurarse de que ocurra, mientras los Hargreeves buscan detenerlo. Por supuesto, antes de poder hacer nada, los hermanastros tendrán que aprender a soportarse, pero para ello tendrán que enfrentar las cicatrices psicológicas de sus infancias y adolescencias.
La historia nos recuerda a los X-Men y a Doom Patrol porque esa es la intención. Gerard Way, el guionista del cómic, ha declarado su admiración por la segunda de estas series mencionadas, específicamente durante la corrida del guionista Grant Morrison.
En suma, una serie recomendable, aun si tiene algunos cabos sueltos que, seguramente, serán atados en la segunda temporada. Una serie que balancea lo absurdo de un cómic con la profundidad psicológica de un drama familiar, que logra contar una interesante historia sobre la familia y el perdón, pero también una no menos satisfactoria sobre salvar al mundo del apocalipsis inminente. Además, hay un chimpancé mayordomo. ¿Qué más se puede pedir?
Esteban Govea es un poeta, narrador y guionista guanajuatense de treinta años radicado en la Ciudad de México. Es licenciado en filosofía por la UNAM, donde cursa la maestría en estética, y estudió guion de cine en el CCC. Dirige el Colectivo Arde y Cultura. Sus libros La Poética Robot y La Música Cósmica están de venta en Amazon.mx.