He sido un auto
sin conductor
los últimos meses.
He llorado
por las cucarachas que no se van del patio
por levantarme a las cinco y media
porque los trastes no se acaban
y el día siguiente y pasado mañana vienen sin dudas.
He llorado
tanto
No tengo gasolina:
he mirado por el retrovisor y noto que bien podría
haberme barrido en el muro de contención.
Sólo que eras tú
y todos los demás.
Lo lamento con sangre en el labio
con el estómago en la acera
igual que un escupitajo
y con la sensación de que antes sabía
cómo estacionarme.