Cuando hablamos de tatuajes, como en cualquier otro ámbito artístico (si, porque el tatuaje también es un arte…) siempre debemos referirnos a los autores, a los creadores que de verdad ven en esta disciplina una forma de vida y quienes logran plasmar una idea más allá del papel, hasta convertirlo en un cumulo de sentimientos impregnados en la piel del cliente.
Por lo tanto, no podemos llamar TATUADOR a una persona que no logra leer el verdadero trasfondo de cualquier diseño, ya sea el más cursi o el más significativo, su talento siempre podrá descifrarlo para lograr el resultado que el cliente espera obtener. El talento para “rayar” la piel, debe nacer del mismo gusto por llevar un tatuaje… vaya, aquel tatuador que no porta tinta en la dermis es como el panadero que no come pan, porque engorda…
En lo personal, si busco decorar mi piel con tinta, busco a la persona que además de tener talento, disfrute tener tatuajes en su cuerpo, a final de cuentas, no hay mejor vendedor que el que prueba y recomienda el producto. Así lo encontré en Roberto Gasca Martínez… llamémosle Rober… o mejor, “el Sr. Hiena” distintivo que él ha elegido…
“Onirico Mortis” es el nombre del estudio que hace algunos años decidió abrir, en el 201 de la calle Guanajuato, ceca del Centro de Celaya, para dedicarse de lleno al tatuaje. Sin embargo, su historia dentro de este ambiente se remonta a 25 años atrás, cuando al visitar el primer estudio de tatuajes que llegó a la ciudad, atendido por tres chilangos, tuvo la oportunidad de trabajar con ellos como dibujante, esto gracias a su talento para hacer comics, lo cual lo llevó a realizar algunos diseños sobre pedido o bien, modificar o arreglar algunos otros.
En realidad, su meta no era ser tatuador, en ese entonces él tenía un trabajo como pintor el cual dice, no era tan malo, pues podía poner en práctica todas sus habilidades dentro del dibujo y la pintura. Pero el destino siempre da vueltas que no esperamos y en alguna ocasión, por algún tipo de emergencia, uno de los tres chilangos tatuadores le ofreció en venta una de sus máquinas, misma con la que empezó a hacer sus “pininos”
Fueron 10 años en los que Roberto vio el tatuaje sólo como un pasatiempo, una actividad que podía practicar y enriquecer con sus conocimientos artísticos y como casi todos los que se inician en esto, uso su piel como lienzo de práctica. “¿Mi primer tatuaje? Pues me lo hice yo… un brazalete y pues, no me fue tan mal… lo bueno es que se dibujar y pues no quedó muy profesional que digamos, pero tampoco estaba tan mal…” me comenta el Sr. Hiena mientras tatúa un par de rosas en la pierna de una chica ruda cuyo aguante es de admirarse.
Con el paso del tiempo y al ver su trabajo, varios de sus amigos comenzaron a pedirle tatuajes, hasta un día que un motociclista, quien buscaba inmortalizar con tinta el logo de la Harley-Davidson, se convirtió en el primer cliente del Sr. Hiena.
El gusto por los tatuajes creció, ahora, no era sólo el placer de portarlos, sino la habilidad de poder hacerlos, además de tener la posibilidad de convertir esa habilidad en una fuente de ingresos. Sin embargo, había mucho camino por recorrer, ya que, en ese entonces, un tatuador se formaba literalmente en las calles, pocos de los profesionales estaban dispuestos a dar un consejo: “Cuando algunos amigos que ya sabían tatuar nos daban un consejo, era algo leve, para alivianarnos… en realidad, para que dejáramos de estar chingando…” cuenta el Sr. Hiena; y muchos otros cobraban caro el compartir sus conocimientos.
Además de todo, comprar maquinas, agujas, tintas o cualquier tipo de insumos o equipo, era toda una odisea, sin embargo, tuvo la fortuna de conocer gente que también estaba interesada en el tatuaje y fueron ellos con quienes creó las bases para lograr su objetivo.
Afortunadamente, con el tiempo, el tatuaje ha ido evolucionando, el mercado se ha abierto al igual que la mentalidad de la sociedad en torno a las personas tatuadas. Ahora, los centros laborales son menos restrictivos al respecto, lo que ha levantado una ola de gente que busca llevar tinta en su piel.
“He tatuado a cuatro personas mayores de 90 años, dos señoras y dos señores y los cuatro coinciden en que no quieren quedarse con las ganas de un tatuaje… cuando ellos eran jóvenes los tatuajes eran mal vistos y se detenían por temor a la opinión de sus familiares, ahora es diferente…”
Gracias al tatuaje, Roberto ha tenido muy buenas experiencias, otras no tantas, como en alguna ocasión en la que, en un viaje a la Ciudad de México, acompañado por un buen amigo, notaron que varios pasajeros del Metro, prefirieron bajar del vagón al verlos subir… o cuando en el centro de la ciudad, una mujer mayor se acercó a ellos, y al verlos tatuados se persignó y les dijo que eran enviados del diablo, situación que más que molestarlos, les causó gracia.
En contraste, buenos momentos como conocer gente talentosa y personajes que admira, se han convertido en realidad. En alguno de los talleres y convenciones a las que asiste regularmente, la oportunidad de conocer a Nikko Hurtado… “Es de raíces mexicanas, está en el top de los mejores tatuadores del mundo, pero lo más chido es que el Señor, a su edad, aún va a la escuela, diario va a clases de dibujo a aprender algo nuevo, es una persona sencilla con quien te puedes acercar a platicar, por eso lo admiro” argumenta el Sr. Hiena.
En lo local, Roberto también externa su admiración por algunos tatuadores, uno de ellos, Miguel Ramírez, quien dice, es el responsable de que Celaya esté en el mapa de las ciudades con tatuadores notables: “A diferencia de muchos, Miguel no pierde el piso, es una persona de la que se puede aprender y que si lo pides, te puede dar un consejo…”
Y es que, para Roberto, la formación de un tatuador, obligadamente se debe basar en los conocimientos del dibujo y la pintura, motivo que lo mueve a seguir aprendiendo y a aprovechar la más mínima oportunidad para adquirir un poco más de conocimiento al respecto
“El que estudia es el que va a llegar a algo, no lo tienes que hacer por ser famoso, sino para ser bueno en lo que haces”
El estudio del arte, es su herramienta principal para poder especializarse en un área del tatuaje que pocos puedes presumir dominar, los tatuajes en grises, tonalidades en grises y negros que proyectan un momento especial en la vida de alguien, que encapsula un recuerdo a través de un retrato y si bien, Roberto es un tatuador que busca dar gusto a la mayoría de sus clientes al manejar gran variedad de estilos, su mente se concentra en dominar al cien por ciento esta técnica.
Las mezclas de nuevas tintas y el detallado de tatuajes pequeños, son también áreas en las que busca mejorar: “al ser de la viejas escuela, me cuesta un poco el dejar atrás cosas que aprendí, antes nos decían que no podíamos mezclar los colores, usábamos sólo los básicos amarillo, verde, azul, negro, rojo y blanco, ahora hay marcas que manejan hasta 150 colores diferentes y aun así los puedes mezclar en las caps, me sorprenden algunos tatuadores que parece que están pintando con acrílico, logran unos trabajos con color muy buenos…”
Dentro de su local, el Sr. Hiena ha buscado la manera de hacer del tatuaje una experiencia. La buena atención a sus clientes es básica, porque como él lo dice, la actitud que tu tomes con los demás, es la que tomarán contigo, mentalidad que le ha permitido conocer gente de todo tipo y vivir experiencias que se convierten en anécdotas.
Y es que muchos pensarían que un estudio de tatuajes es como un universo paralelo, en donde el tatuador vive cosas poco comunes… y en ocasiones… así es… “ya van tres chavas que tienen un orgasmo mientras las tatúo… con la primera, al principio pensé que se estaba quejando por el dolor, la estaba tatuando en una pierna, pero después, pues todo fue más evidente – ¿y cuál fue tu reacción? – Pues la verdad si me dio risa, pero sólo me levanté y le dije que si quería estar sola…”
Clientes un tanto especiales con los diseños, algunos otros que han estado a punto de desmayarse y clientes que se han llegado a convertir en amigos, es lo que ha visto desfilar por su estudio el Sr. Hiena.
La confianza de los clientes, nace de la pasión que proyecta Roberto por su trabajo, el ánimo y la convicción por ser mejor día a día y su mentalidad aferrada a que el estudio es la base de logros importantes. Un tatuador cuya carrera aun promete mucho.