Te quiero un hijo,
una familia,
un hogar,
un puño y dos montones de enojos,
algunos llantos,
un centenar de buenos recuerdos y cincuenta mil sonrisas,
(eso sin contar los besos
y abrazos que van en aumento).
Te quiero cada que te pienso cuando no te tengo,
al rato regreses aunque nunca te has ido,
hoy por la noche y mañana que despierte,
te quiero siempre,
pero no te quiero siempre
lo mismo,
te quiero siempre un
poquito más.
José Reséndiz.
Te quiero con defectos,
sin virtudes, aún con tu llanto
por tu bipolaridad.
Despeinada y sin maquillaje,
así, natural.
Aún tras acariciar tus estrías
y escuchar esa risa escandalosa
que te caracteriza.
Te quiero cansado y con sueño
por el insomnio
que causan tus ronquidos,
aun con tu apatía
al sexo sin ganas
y tu mal aliento
en la mañana.
También te quiero
el martes y el sábado,
en febrero y noviembre,
cualquier día,
no importa que el calendario
no marque algo para festejar.
Y te seguiré queriendo
aunque tenga que cortar
las uñas de tus pies
con mis propios dientes,
porque se que odias
el cortaúñas,
porque como yo a ti,
a mí también me quieres.
José Reséndiz.
Diré "te amo"
hasta verte con canas
o sin cabello.
Cuando tus huesos
ya no tengan calcio
y tu mandíbula halla
perdido su fuerza.
Después que la miopía
no te permita encajar
el hilo en una aguja,
o cuando tenga que soportar
tu berrinche antes de darme
la cena.
Porque solo así creerás
que de verdad quería
envejecer contigo,
y para entonces no estaré
tratando de soportarte
sino amando cada arruga de ti.