Sadistic Pandemonia (Última entrega) Por: Santino López Marín

/

— ¿Qué me hiciste, perra?

— Traya, espera… yo… —traté de razonar con ella.

Ella me siguió golpeando con odio. Dan apareció tratando de detener a Traya y ella se lo quitó de encima fácilmente. Entre la crisis, mis recuerdos de mi familia aparecieron y apareció Brent.

— ¿Qué es esto ahora? A ti nadie te puede ayudar, solo yo podía ayudarte. —me dijo Traya y abrió fuego contra mis recuerdos.

Yo le gritaba que se detuviera, trataba de rogarle que me perdonara, pero eso no era suficiente. Veía cómo les volaba la cabeza a todos ellos. La quería detener, pero nadie podía con ella. La sangre en su cara reflejaba ira y odio. Había matado a cada uno de mis recuerdos con excepción de Dan. Brent, que había sido el amor de mi vida, se había ahogado en su propia sangre y ahora tenía la cabeza aplastada por una bota.

— Ahora vas a detener ese virus y aquí te vas a quedar, eso te lo aseguro. —dijo Traya.

Comencé a huir de ella. Corría por todo el edificio, pero no me podía desconectar. Me habían aislado.

— Dan, ayúdame a salir. —mandé ese mensaje.

— Alessa, lo siento. No puedes regresar. Eres demasiado peligrosa para nosotros. Traya acaba de sacrificar a toda su unidad por culpa de tu virus. Y no sabemos qué alcance pueda tener. —decía Dan.

— No me hagas esto, por favor.

— Has mentido para salirte con la tuya. Has matado por dinero y te has beneficiado de un virus por años y vives en tus recuerdos. Tienes que superar todo eso. Mientras tanto, vas a ser anulada.

— ¡NO! ¡NO! ¡NOOOO…! ¡Dan, por favor, sácame de aquí, eres el único que puede! No, por favor, sé que lo arruiné muy feo. Ayúdame, no me dejes. Por favor… —rogaba como jamás en mi vida.

Mis gritos se ahogaron mientras toda mi vida empezaba a ser guardada en un “flatline”. Ya no sentía nada, ya no sentiría ni alegría ni enojo, mucho menos las drogas. Pero lo que más me duele es esa pérdida. Tenía la esperanza de sentir ese “amor”, pero ahora todo eso se perderá.

Dan recolectó ese “flatline” de la consola donde me había conectado y, junto con Traya, se llevaron mi cuerpo. Lo colocaron en animación suspendida. Criogénesis.

Ahora estaba en mi propio infierno, compartiendo el mismo lugar con todas las personas que había asesinado. Es cierto que ya no sentía nada y eso me molestaba, pero jamás en mi vida me había sentido tan traicionada.

— Estará ahí más o menos por una eternidad. —dijo Traya.

— ¿Qué te hizo? —preguntó Dan.

— No se trata de lo que me haya hecho sino de lo que es capaz. Su inestabilidad la hace muy peligrosa. La tengo que destruir para poder crearla de nuevo. La necesitamos. Va a sufrir demasiado ahí, cuando llegue el tiempo la destruiremos.

— Ella no es una asesina. Ella no es una mierda como nosotros. —replicó Dan confrontando a Traya.

— Exacto. Ella es peor.

 

¿Te gustó? Escríbele a Santino, comparte tu opinión: ¡Queremos leerte!

santino.lmarin@gmail.com

EL CONTENIDO DE LOS TEXTOS ES RESPONSABILIDAD DIRECTA DE LOS AUTORES.

Historia Anterior

Texto personal, primera entrega. Girl, Interrupted Por: Viridiana Quintero

Siguiente Historia

Náufragos frecuentes Por: Aarón Moya Pérez