Ser hombre gay en la era digital: nudes, violencia y sexo líquido. Jake Arriaga

En la última década, aparecieron plataformas que nos han permitido compartir información de manera inmediata; no es necesario esperar a que llegue una carta o a que la otra persona se conecte a su Messenger para tener información de ella. My space, hi5 y metroflog cimentaron las bases en la década pasada de lo que son hoy en día las redes sociales más utilizadas (por lo menos en México): Facebook, Twitter, Instagram, y la más joven de todas Tik Tok.

 

Estas redes tienen muchísimas bondades, la primera de ellas es la inmediatez con la que corre la información. En el 2017, las redes permitieron identificar de manera rápida y oportuna los sitios que necesitaban ayuda durante el sismo del 19 de septiembre en la Ciudad de México. Otro buen punto es su capacidad viral, cientos de personas han logrado obtener ayuda filantrópica gracias a publicaciones que se masifican. La tercera, y que me parece la más importante, es lo profundo que puede llegar a penetrar en el ideario colectivo de ciertos grupos sociales e influenciarlos para tomar decisiones.

 

En el ambiente gay, aplicaciones como Grindr (27 millones de usuarios) han cambiado por completo la manera en que las personas construyen sus relaciones sexuales y afectivas, puesto que posibilita contactar de manera rápida (de nuevo, la inmediatez) hombres dispuestos a tener sexo en un perímetro cercano a ti; además, la aplicación permite el intercambio de fotografías íntimas sin ningún tipo de restricción. Derivado de este tipo de aplicaciones, la facilidad con la que se puede llegar a tener una relación sexual sin compromisos y sin un previo o nulo conocimiento de la otra persona ha disparado problemas sociales y de salud de los que muy poca gente está hablando (enfermedades de transmisión sexual, ansiedad, depresión).

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Si bien es verdad que Tinder (57 millones de usuarios) o cualquier otra “app de ligue” han llegado a romper tabúes y paradigmas que se tenían sobre el sexo y las relaciones tradicionales, también es necesario reflexionar cómo impactan estos nuevos esquemas de relacionarnos sexualmente en un mundo tan conectado. Un gran problema consecuente de esto es la publicación de packs (fotos íntimas) en perfiles anónimos de Twitter o en grupos de Whatsapp, una situación que violenta la privacidad de un sin fin de usuarios desde hace aproximademente 5 años y que hoy en día es considerado un delito en varios estados del país.

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La digitalización tan intensa ha llevado a un gran número de personas a lucrar con su sexualidad, Onlyfans (8 millones de usuarios) es una plataforma digital que fomenta el compartir contenido sexual personal por dinero. Cualquier persona puede abrir un perfil de creador y permitirle a sus suscriptores (a cambio de unos cuantos pesos) verlo en actos sexuales. En la comunidad gay, algunos han alcanzado cierto tipo de popularidad por difundir videos u fotografías sexuales, convirtiéndolos en artistas porno amateur; la gran mayoría de ellos usa la plataforma Twitter para difundir su contenido, puesto que no restringe el contenido pornográfico.

 

Este boom de información y contenido sexual, tan fácil de consumir y compartir, ha influido de manera drástica en cómo es que se entiende la realidad (sobre todo en las generaciones adolescentes), empujándonos a consumir lo que creemos que está de moda o presionarnos a realizar actos que pueden poner en riesgo nuestra seguridad e integridad física.

 

Apropiándome del concepto que propone el autor Zygmunt Bauman, al parecer hemos llegado a un estado de “sexo líquido”, en donde lo único que importa es la competencia sexual, alejada del disfrute íntimo. Pero no solo eso, ahora es necesario masificarlo y que muchas más personas puedan consumirlo, sin importar si es mi sexo o el de alguien más el que se está explotando; lo importante son los números: impresiones, visitas, suscriptores.

 

Estos temas aún están considerados tabú en muchas regiones de México y son poco comprendidos por los que anteceden a la era digital, dejando a un gran número de usuarios jóvenes lidiando con sus relaciones sexuales-afectivas sin ningún tipo de orientación, apoyo u acompañamiento familiar o profesional. Ahora miles o millones de usuarios deben lidiar con extorsiones sexuales, viralización de su contenido íntimo, difamaciones, depresión, etc.

 

Para los nativos digitales, las redes sociales han sido vistas como una herramienta que se domina al 100%, pero no es así, también hay que hacer visibles y cada vez más conscientes las problemáticas nuevas que han aparecido, que nos están transformando y nos convierten en una sociedad cada vez más egoísta y competitiva (hasta dentro de la misma comunidad lgbt la cual debería de ser mucho más empática y solidaria con estos temas), poner sobre la mesa que en lugar de que estas plataformas nos estén ayudando a crear nexos de unión y armonía, son el campo de batalla predilecto para detonar hasta en ciertos casos, como el actual, la locura colectiva.

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