Te levantas todos los días con los ojos cansados de la pesada carga de promesas que no se cumplieron, de deseos que se extinguieron por la inclemencia del tiempo. Te bañas, te secas y te vistes para que la mirada del mundo te juzgue como te gustaría ser juzgado, para pretender no ser vulnerable en la tierra de los vidrios cortados y los clavos oxidados. Te ves en el espejo y observas una cara que pareciera no ser la tuya, unas arrugas que antes no estaban ahí, un miedo con forma de mortalidad… Caminas en la calle con la monotonía de las manecillas del reloj y entre pausa y pausa retomas tu humanidad y la angustia que viene con ella. Porque ser humano es la expectativa más grande, porque vivir es la valentía de levantarte todas las mañanas en un mundo que está roto.
Fotógrafo: Luis Antonio Santiago Fabián
