La niebla entra hasta la casa; y desde la ventana que saluda a la calle en la terraza, sólo se ven figuras borrosas que caminan a cualquier parte; y te veo caminar junto a ellas, sonriéndole a las palomas que bajan presurosas del techo a tu encuentro. No dejas la costumbre de dar migajas. No pretendo que entiendas por qué cada mañana estoy al borde de la terraza, entre la ventana y tu sonrisa, dejando que se enfríe el té para que cuando pases frente a la casa parezca que tomo un sorbo. Y es que no me importa que el tiempo pase deprisa, si me regala un instante tu caminar ligero. ¿Recuerdas esta camisa de cuadros azules en lana escocesa? La dejaste olvidada en el cajón que está después del de las calcetas. Y no es lo único que olvidaste; también dejaste besos que dibujan mi cuerpo en la pared de la cocina, en el piso de la sala, en la alfombra de mi recámara; dejaste la casa toda embarrada de caricias… Y mi alma. Si, ya sé que no quieres regresar por ello, que te importa tanto como verme cada mañana a través de esta ventana. Hoy te vi disimular una mirada, pretendías recoger la bolsa en la que llevas las migajas, quizás notaste que mi cabello estaba enmarañado y que el tinte ya se acaba, quizás viste mis piernas largas, mucho más delgadas. Si, lo sé, mi cuerpo ha adelgazado, y es que el tiempo se va llevando tus caricias, las hace fuego y regresan en puñaladas. ¿Viste que tu camisa ahora me queda más grande? Quizás porque ahora cubre ausencias, y, aunque la neblina que sigue en toda la casa parece congelarlas, me acostumbro cada día más a ellas. Nunca haría nada para que regreses. Me gusta verte caminar cada mañana frente a la casa, mientras le das de comer a las palomas y pretendes que no existo. Me gusta la neblina que se mudó a la casa. Me gusta tu camisa de cuadros azules que desde que no estás me acompaña. Se me acaba el té y, en la estufa se evaporó el agua.
Kattia María Soto Kiewit (San José, Costa Rica, 1975) es escritora e ilustradora. Su último libro publicado es Noviembre. Un cielo inventado (2016)