Te me escondes en canciones o tras los ojos de alguien más. A veces pareciera que brincas de cuerpo en cuerpo jugándome confusiones para ver si logro encontrarte.
Me recuerdas de notas y letras, de voces, memorias y sinsabores. Te me vas lo mismo que el humo de mi cigarro diario y sin embargo tan cerca, que me rozas apenas.
Me gusta cuando no te veo, cuando te desapareces; que te pierdes tú en tu vida y haces y deshaces a tu antojo. Me gusta no saber de ti porque así te evaporas de mis recuerdos un rato y me dejas seguir, ligera, despreocupada, desenamorada.
Aunque he de confesar que a ratos te siento a mi lado, te huelo en el perfume de alguien más, o confundo tus pasos con una transeúnte que jamás he visto y nunca volveré a ver. A veces hasta parece que te escucho hablar o rondas por mi cuarto…
¿De qué están hechos los fantasmas cuando no han muerto?