Tu cuerpo, aroma desnudo,
es la virginidad de un piano.
Mis manos una pieza de Einadi
que estoy por tocar.
Tus muslos escurridizos:
un par de salmones.
Yo, humilde pescador,
no logro atrapar
más que un suspiro estremecido.
Tus pechos: enigmas en braille.
Mis palmas a ciegas
brotan en ellos flores de invierno.
Tu vientre: un acantilado.
No miro abajo,
por no caer en la tentación
de por apurarme por error.
Tu cuerpo es un secreto
que pronto será de dos.
No me cuentes mucho
que yo lo descubro.