Sobre el arte como panacea un Reportaje de Carolina Félix y Esteban Govea

El pasado miércoles, 31 de enero, acudimos a la presentación del proyecto Arte Diez, que tuvo lugar en la sala de prensa de la Central de Abasto de la CDMX. El proyecto mencionado es la versión mexicana de La Feria del Millón, que comenzó en Bogotá en 2013. Se trata de un bazar de arte emergente realizado en una zona periférica a la capital colombiana, donde, el arte tiene sus nichos ya centralizados. Según Juan Ricardo Rincón, director de la iniciativa, La Feria surge como un espacio nuevo, ubicado en las inmediaciones de una zona marginal, en el cual artistas plásticos emergentes de todo el mundo pueden darse cita para vender sus obras a menos de un millón de pesos colombianos.

Gustavo Prado, Historiador – Guadalupe Lara, Directora del Fotomuseo 4 Caminos – Sergio Palacios Trejo, Director de la Central de Abastos – Itzel Gonzalez Miranda, Directora de Central de Muros

            El análogo mexicano no es distinto. Programado para llevarse a cabo del 9 al 11 de febrero en el Foto Museo Cuatro Caminos en los límites de la CDMX, el proyecto plantea reunir a cuarenta y siete artistas de dieciséis nacionalidades, treinta y seis de ellos mexicanos, en una feria de obras de arte cuyo precio no rebase los diez mil pesos. ¿El objetivo? “Democratizar el arte”, al permitir al público de a pie a “acercarse a experimentar el arte y, ¿por qué no?, convertirse en coleccionista”. Adicionalmente, el evento permitirá vincular a los artistas con coleccionistas, museos, galerías y el público en general.

            Como de pasada, se nos presentó también la nueva propuesta de la Central de Abasto, denominada Central de Muros. Central de Muros, a cargo de Itzel González Miranda. Consiste en una iniciativa que convocó a varios artistas del muralismo “urbano” de alrededor del mundo para que dieran color y vida a los muros de la Central de Abasto. Esta medida ha quedado completada en su primera de 3 etapas, pero, cuando quede concluida, incluirá más de 20 mil metros cuadrados pintados.

            En el recorrido por los murales el director de la Central de Abasto, Sergio Palacios Trejo, mencionó que, aunque la medida tenía sus detractores, “donde hay murales no hay basura, no hay grafiti, no hay delincuencia” y que, en ese sentido, los murales contribuían a “recomponer el tejido social”.

Tras ser interrogado por Revista Golfa sobre quiénes se pronunciaban en contra de la medida y por qué, el director de la Central de Abasto y ex delegado de Azcapotzalco mencionó el rechazo que la medida Central de Muros ha suscitado entre algunos trabajadores y locatarios de la Central de Abasto, el mercado más grande del mundo, por el cual transitan diariamente quinientos mil clientes, y que es operado y sostenido por más de noventa mil trabajadores.

De modo que nos dimos a la tarea de entrevistar a algunos de los trabajadores de la Centra de Abasto.

 

Tomás M. R., comerciante de frutas, afirma que, aunque los murales están bonitos y es una iniciativa importante, no representan una mejoría en el día a día de la Central. Sigue habiendo instalaciones deficientes e inseguridad.

Por su parte, Gerardo, comerciante, asegura que los murales son importantes, pero hay muchísimos problemas estructurales. Desde la apertura de la Central, hace treinta y cinco años, no se ha invertido para resolver los problemas de infraestructura, basura, seguridad. Mientras, al locatario se le cobra por mantenimiento y, de no pagar, se le clausura su puesto o local con prontitud. Además, falta agua corriente y los servicios sanitarios son deficientes, por lo que, afirma don Gerardo, la Central es un potencial foco de infección.

Mauricio, locatario comerciante de frutas y verduras, opina que los murales no atraerán al turismo y, si lo hicieran, su impacto en los comerciantes de la Central sería mínimo, amén de que estarían expuestos a la inseguridad y, probablemente, se llevarían una mala impresión con las instalaciones deficientes.

En conclusión, Arte Diez se presenta como un proyecto que, bajo la bandera de la democratización del arte, pretende atraer al público profano a un evento cuyo innegable cariz mercantil y cuestionable accesibilidad ponen en amenaza sus intenciones aparentemente loables. Queda por ver también si iniciativas como Central de Muros no constituyen un despilfarro irresponsable de recursos públicos en un intento vano de gentrificación de uno de los motores de la ciudad de México y el Área Metropolitana o si, como aseguran sus promotores, el arte es la panacea para cambiar a México.

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