Splatter por Luis Bernal

De nuevo voy a destiempo al trabajo, qué martirio, otra vez aguantar las palabras de la contadora Eloisa cuestionando mi compromiso con la empresa y amenazando que puedo quedarme sin empleo pronto. Tu garganta se veía linda cuando la abrí con el bisturí, sin lastimar, un corte perfecto.

No sé si sabías pero la expresión de miedo en tu mirada me gusta, me excita. El hilo de sangre en medio de tu pecho, eso sí que es arte. Por cierto, no es miedo lo que lanza tu mirada, es amor, puro amor.

 

— Dos brownies, por favor. Ah, y un americano.

 

Hace tiempo que no degustaba un buen postre, dicen que hace mucho daño el chocolate pero qué importa, lo de aquí del Comedor saben especialmente buenos. Los pedí para llevar porque maldita sea la contadora. Los vidrios del autobus se están empañando, es que llueve y el aliento de los viajantes, sí el aliento.

Puedo percibir el gusto por la sanre de tú aliento. No, no te asustes, no es dolor propiamente lo que sientes. No grites, por favor, mi amor. De verdad que lo que menos quiero es lastimarte. Hay algunas personas que piensan que para conocer el verdadero amor es necesario explorar por dentro y por fuera y bueno, yo te amo y por eso voy a abrirte por la mitad.

Hace mucho frío, tanto que no siento las manos, estoy mojado por culpa de esta lluvia y voy tarde, de nuevo voy tarde. ¿Qué pasa? ¿Tus manos? OK, no debí clavarlas al sillón, bastaba con atarlas, lo sé. Pero mira, no te preocupes ya sé qué debo hacer.

Despierta, mi amor. ¿Viste cómo ya no te duelen las manos ni las piernas?, vaya que me metiste en un lío; nunca había cortado extremidades, en serio. No, no grites, te juro que te ves hermosa. El vendaje quedó muy bien, combina con ese bolso de allá, sobre la silla. Me asusta cuando gritas y encima de todo, no te entiendo. Ja, ja, ja, claro. Es por eso, las palabras están de más entre nosotros.

 

Estás molesta ¿verdad? Yo sé que es complicado pero considero que los dos aprendimos algo de todo esto. Estoy de verdad enamorado, cuando te vi retorciéndote sobre el sillón ha sido la mejor parte, qué ganas de hacerte el amor. Y bueno, puedo decir que todo es reciproco, tus lagrimas de emoción te delatan, mi amor.

 

— ¡Buenos días!

— Hey, buen día. ¡Mira, también traje brownies!

— Eso es. Oye, ¿qué tal la chica? La de Tinder.

— Sírveme un café, mientras te cuento.

Despierta, mi amor. ¿Sabes? Creo que por fin he encontrado a quien querer de verdad, pero ya despierta, vamos, arriba.

—  No sé, la pasamos bien pero hasta ahí. Al final creo que algo faltó. No sé si me aguantó.

—  Wey, no te entiendo. Van qué ¿14? ¿15? Un día de estos vas a conocer a una pinche loca de verdad y ahí sí verás que te vas a querer matar.

—  Quién sabe, wey. Quién sabe. ¿Me das más café?

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