Steve Jackson es el nombre artístico Esteban Jantes Ramos, nacido en la ciudad de Guanajuato, en 1987, en el seno de una familia trabajadora. Desde niño le atrajeron los tatuajes, pues en su barrio, Mazahuas, éstos tenían, como suele ser, una significación especial, representando identidad y pertenencia. A los 14 años construyó su primera máquina, con la que se tatuó a sí mismo y tatuó a amigos y gente de su barrio. Sus primeros dibujos fueron representaciones religiosas, así como nombres de bandas y familiares.
Luego de desarrollarse en trabajos diversos como montacarguistas, carpintero y técnico en electricidad, mediante los cuales se sustentaba y divertía, se decide profesionalizarse como tatuador, durante un viaje a Puerto Vallarta, donde visitó varios estudios y adquirió su primer kit de tatuador para posteriormente practicar el dibujo calcado y a mano alzada. La primera persona que tatuó ya como profesional fue a su amada esposa. Él sostiene que la inclinación artística le viene de familia, pues tiene tíos joyeros, artesanos y hacedores de máscaras. Y, aunque al principio sus padres no apoyaron que se dedicara al esto, terminaron por apoyarlo luego de que Steve tuviera un terrible accidente que casi le cuesta la vida.
Estando internado gravemente, cercano a la muerte, tuvo una experiencia religiosa en la cual vio a la Santa Muerte, la cual le habló. Los médicos le daban tres horas para morir, sin embargo, él se salvó como por milagro y no tuvo consecuencias severas en su recuperación. Es por eso que ahora ella es su ícono religioso predilecto, siendo devoto. Le agradece haberlo salvado. Y no sólo eso: sino que la Santa Muerte es ahora una de las figuras que más le piden dibujar en un cuerpo con la tinta.
Reconoce a Rafa Pereo de Aztlán Tattoo como su maestro. De él no sólo aprendió cualidades y lo apoyó en sus inicios, sino que le brindó su valiosa amistad. Lo admira por “su realeza”, su manera de “clavarse en un tatuaje” y “trabajar con alma”. Pues, “no solo hay que hacerlo por dinero, hay que hacerlo con el corazón y hay que hacerlo muy chido”.
Entre las cualidades principales de Steve como tatuador está el saber trabajar las líneas de manera muy eficiente, pues tiene gran pulso. También es muy aplicado en rellenar con colores. Sabe hacer diseños tribales, animales, vegetales, entre otros. Y lo que más le emociona son los dibujos “retro” y los del mundo del cómic. Si el cliente llega con un diseño, Steve es capaz de proponer una mejorar opción al cliente, siempre pensando en la calidad y el espíritu de servicio, para optimizar la imagen y sus atributos artísticos con tal de que el cliente lleve algo más original y único. Algo más significativo. Y el cliente se va, no sólo satisfecho, sino contento.
“No tengo quejas”, dice Steve. “Al contrario, soy muy recomendado de boca en boca y los mismos clientes vuelven a contratar mis servicios.” Afirma ser tan bueno que incluso lo paran en la calle y le piden que los agende. Afortunadamente, su cartera de clientes es amplia y gracias a este trabajo vive y mantiene a su familia contenta. Lo que más le place de su trabajo, además de hacer feliz al cliente “y dejarlo boquiabierto” con sus creaciones o reproducciones, es ser su propio jefe. Trabajar a su ritmo, sin mayores complicaciones. Ser autónomo e independiente, porque, como asalariado, nos dice “se siente feo que alguien te mande, te grite”.
Y, aunque de momento no tiene un estudio propio, trabaja para ello. Su meta como tatuador es ser reconocido en su gremio, pero no busca la fama. Su premio es la satisfacción de hacer bien el trabajo y seguir siendo una persona modesta. Aprovecha que trabaja a domicilio y en su propia casa para cobrar precios accesibles entre 200 y 1,600 pesos. Y a sus amigos cercanos los tatúa gratis como una muestra de cariño. “Prefiero dar barato y mantener una imagen amigable”. No deja de recalcar, sin embargo, que su trabajo es totalmente competitivo y de calidad. Steve trabaja todos los días se la semana, a cualquier hora que lo soliciten. Mantiene las debidas normas de higiene y salubridad. No hay trampa. Todos los materiales son nuevos y garantizados.
Tanto ha encontrado su vocación, su trabajo ideal y su pasión en la vida en el tatuaje, que afirma que, si pudiera tatuar todo el día, todo el día tatuaba.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Dificultades ha tenido. Por ejemplo, la envidia de gente que no soporta la buena suerte que ha tenido como tatuador. Una vez, por ejemplo, llegaron al grado de calumniarlo diciendo que él infectaba a la gente, con tal de quitarles clientes. Sin embargo, él deja que su trabajo hable por sí mismo. Y sigue adelante.
Profesionalmente le gustaría seguir creciendo, aprendiendo nuevas técnicas. Anhela dominar el puntillismo, las sombras. Consolidarse como tatuador. Y algún día llegar ser hiperrealista.
En este camino, esta gustoso de contar el amor y respaldo de su esposa, quien lo apoya en todo esto y a quien agradece profundamente.
(Para contactar al tatuador: 473 148 77 08 y “Tatto Steve Jackson” en Facebook.)