No recuerdo cuantos años tenía, solo sabía que eran las 5 chicas más fabulosas del planeta. Amaba sus tenis de plataforma (hasta la fecha), sus canciones, sus coreografías y tenía a mi spice favorita; sí, Mel B porque tiene el cabello igual al mío, y eso es algo muy cool. Tengo una libreta, dos monederos y un CD que conservo casi bajo caja fuerte, cualquier merch de ellas era objeto del deseo.
Mel B, Mel C, Victoria, Geri y Emma, cada una de ellas tenía diferente personalidad y un seudónimo mundial: Scary Spice, Sporty Spice, Posh Spice, Ginger Spice y Baby Spice. Todo mundo se identificaba con algunas de ellas. Conquistaron el mundo bajo el girl power, que casi lo convirtieron en su marca registrada. Ellas, el quinteto feminino británico más famoso de los años 90s, imponía algo que sería difícil de olvidar: un himno, el pegadizo Wannabe (y no, no es lo mismo que el concepto de ser wannabe).
Al inicio arrancando con una carcajada, te hace sentir inmediatamente feliz, cantas y brincas internamente.
Wannabe se convirtió en un himno feminista probablemente porque sea una de las canciones que más dice el verbo querer en su letra. Tener un amante que no sea tóxico y que acepte y salga con tus amigos, y si no lo acepta, que no haga perder nuestro tiempo.
La organización Project Everyone, hace unos años lanzó un video con un lip sync de esta pegadiza y querida canción de 1996. Exigieron una paga igual, educación de calidad para todas las niñas y mujeres, terminar con la violencia de género y el matrimonio infantil. En él varias bailarinas de diferentes nacionalidades bailan al unísono de zigazig.
Porque nosotras eso es lo que queremos 26 años después: queremos sueldo y prestaciones por igual, vivir sin miedo, que no nos llamen el sexo débil, solamente queremos una equidad.
Las Spice Girls, provocaron un fenómeno. Inyectaron en esa generación el empoderamiento femenino que hasta el día de hoy está más vivo que nunca.