Texto personal, primera entrega. Girl, Interrupted Por: Viridiana Quintero

Hace cuatro años, en marzo de 2020, comenzó una pandemia que cambió al mundo. Una pandemia que nos cambió a todos. En aquel entonces, yo me acababa de mudar a una zona que siempre me había gustado mucho porque es arbolada y tiene cierto aire de provincia dentro de la gran ciudad, San Miguel Chapultepec. No tenía yo ni un mes en el nuevo departamento cuando el COVID-19 estalló en una cuarentena mundial. De un día para otro, las calles de San Miguel Chapultepec y de toda la ciudad estaban desiertas y había un silencio generalizado que, lejos de resultar grato, asustaba. Los locales permanecían cerrados y apenas si se podía pedir un taxi de aplicación; no había conductores que quisieran arriesgarse. Con tales circunstancias y tras una invitación a mudarme, me pareció que San Miguel de Allende sería un mejor lugar para refugiarme en esos tiempos apocalípticos.

Así que me mudé a San Miguel de Allende con mi entonces novio. El tiempo era perfecto para hacerlo y vivimos la pandemia sin encierro y en un escenario por demás ideal: una casa de campo frente a la presa Allende. Un páramo de increíble belleza en medio del semidesierto guanajuatense. La comunidad de Don Juan nos acogió con gran generosidad y los vecinos se volvieron nuestros amigos. La pandemia me supo a tunas silvestres, granadas jugosas, a elotes recién cortaditos de la milpa, a los tamales de Isidora (vecina y amiga que nos quiso mucho) y a ocasos dramáticos y bellísimos. La pandemia me supo a puro amor, pues.

A cuatro años de distancia y después de una ruptura amorosa que se sintió como una masa de hielo amargo en el pecho, como un hueco infinito de tristeza donde, con gran dolor, nos repartimos a los perros y a los libros, después de varias mudanzas escabrosas y anécdotas de terror con los peores roommates del mundo; regresé en marzo a San Miguel Chapultepec. Ahora tengo un perro, Pedro, fruto de mi vida en Don Juan.

En mi viaje de regreso a la Cdmx, me vinieron a la mente muchas cosas. Regresaba a la ciudad con la primavera en puerta, las flores púrpuras de las jacarandas y un calorcito que abraza. Con Pedro sentado a mi lado y la carretera frente a mí, me sentí como Sarah Connor al final de Terminator I. Empoderada, dueña de mi destino.

Y aunque aún canto «Flowers» de Miley Cyrus con alegría y cierta tristeza contradictoria e incomprensible, y repito en mi mente aquella frase que Lisa Rowe (Angelina Jolie) le grita a Daisy Randone (Brittany Murphy) en el punto más álgido del drama psicológico «Girl, Interrupted» —»Cambiaste tu escenario, pero no tu realidad»—, con todo eso, me siento felizmente libre y esperanzada porque marzo me ha traído siempre grandes inicios y alegrías insospechadas.

Quizá todos huimos de esa Lisa que nos grita verdades incómodas con las cuales se despiertan nuestros miedos y ansiedades más profundos. Pero aún con miedo, debemos continuar, aunque tengamos que volver a empezar mil veces. Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Al menos eso dicen los versos de Calderón de la Barca y tienen razón.

Quizá estas coincidencias de tiempos y lugares quieran decirme algo que todavía no comprendo, no lo sé. Mientras tanto, seguiré comiendo uvas del papel tapiz, como mis amigas de Claymoore, al ritmo de «Downtown» con Petula Clark:

When you’re alone and life is making you lonely
You can always go downtown
When you’ve got worries all the noise and the hurry
Seems to help, I know – downtown

Just listen to the music of the traffic in the city
Linger on the sidewalk where the neon signs are pretty
How can you lose?

The lights are much brighter there
You can forget all your troubles, forget all your cares

So go Downtown
Things ‘ll be great when you’re Downtown
No finer place for sure, Downtown
Everything’s waiting for you
Downtown

Don’t hang around and let your problems surround you
There are movies shows, Downtown
Maybe you know some little places to go
to where they never close, Downtown

 

(…)

 

Historia Anterior

Eco-Apocalipsis, Resignificando la leyenda de Adán y Eva Por: Arantza Pol Araujo

Siguiente Historia

Sadistic Pandemonia (Última entrega) Por: Santino López Marín