The White Ribbon por Octavio González

Nacido en Munich en 1942, el director austriaco Michael Haneke se ha consolidado en los últimos tiempos como uno de los máximos exponentes del cine europeo. Reconocido por su estilo sombrío e inquietante, Haneke profundiza en la oscuridad de la naturaleza humana, y a menudo toma la violencia como punto de partida. Haneke ha aclamado películas en su repertorio, como "Funny Games" (1997), "La Pianiste" (2001) o "Amour" (2012), que son esenciales para comprender las claves y el desarrollo de su estilo. La gran mayoría está de acuerdo en que The White Ribbon ("Das Weisse Band") es su película definitiva. Una obra maestra bastante desconocida, una obra maestra del cine contemporáneo.

 

Filmada en blanco y negro, The White Ribbon está narrada en su totalidad por un maestro cuyo nombre nunca es revelado (Christian Friedel), él se encuentra en un pequeño pueblo alemán, situado justo antes de la Primera Guerra Mundial. La escena de apertura muestra al médico de la aldea (Rainer Bock) sufriendo un accidente en su caballo. No hay una explicación ni un sospechoso para este evento; dicho suceso inaugura una espiral de violencia desenfrenada, que incluye el abuso hacia mujeres y niños, el abuso de animales y el despliegue de culpa y vergüenza, con el recordatorio incesante de un listón blanco como símbolo de inocencia y pureza.

El barón (Ulrich Tukur) actúa como un señor feudal con sus empleados y comienza a ejercer una violencia doméstica brutal contra su esposa (Ursina Laudi), quien tolera sus humillaciones. Historias similares de rupturas matrimoniales y abuso verbal / sexual de menores, son solo algunas de las atrocidades que comienzan a suceder en varios hogares de la ciudad, y cada historia se describe con una frialdad escalofriante y una desesperación brutal.

 

Todo el conjunto desarrolla un micro universo que ofrece una vista previa de la sociedad alemana que se haría realidad 20 años después; cuando los niños de la ciudad alcancen la madurez, transformarán su dura realidad en algo tremendamente siniestro. Haneke hace una investigación profunda y detallada sobre las raíces de cierto tipo de maldad. La hipocresía y la irrelevancia comienzan a crecer dentro de la ciudad, y el desastre comienza a desarrollarse.

 

Deliberadamente, la película invita a los espectadores a todos los rincones de la ciudad, desde su enorme mansión hasta su hogar más humilde, encontrando en cada uno un aire de inquietud y desconcierto. La "perfección" de las casas y la cordialidad que los aldeanos muestran al exterior, solo oculta la abrumadora oscuridad que se vive en el interior. El comportamiento de los niños que participan en la película se analiza ferozmente y se absorbe completamente. Son pequeños seres humanos tremendamente sometidos, brutalmente adoctrinados por sus mayores. Pero tampoco son inocentes: hacen lo que ven y se les dice.

Aunque la película ha sido interpretada como una representación de los orígenes del fascismo alemán, Haneke en realidad nos muestra las brutales consecuencias del abuso y el autoritarismo en general, así como la intolerancia religiosa y específicamente el evangélico y el adoctrinamiento que siempre existieron. Si bien The White Ribbon no proporciona respuestas finales o fáciles, la película nos brinda una experiencia sublime y lúcida en la que se plantea una respuesta fundamental a muchos de los problemas y crímenes que han estado destruyendo nuestra sociedad desde el siglo pasado. Todavía estamos inmersos en una sociedad incapaz de debatir y encontrar soluciones sólidas, una entorno que está sorprendido e indignado de las atrocidades que se cometen todos los días en el mundo. Estos eventos son el resultado y las consecuencias de la semilla que se ha sembrado. Haneke parece argumentar que, hasta que ocurra otra gran confrontación de naciones, no nos daremos cuenta de la gravedad de la situación, que estamos dentro de una olla que está a punto de explotar.

 

"The White Ribbon", es una reflexión artística que nos despoja de la falsa creencia de que no lo vimos venir, que no conocemos la causa del mal. Somos reacios a mirar hacia adentro, y la comodidad de mirar hacia otro lado nos impide cambiar las cosas, lo que lleva a consecuencias irremediables.

 

 

 

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