Toda una mujercita…otra vez por Liliana Magdaleno

Una de sus manos sostenía la cabeza del pájaro, la otra desollaba el vientre del ave con una piedra. Sentada sobre el césped, Teresa sonrío satisfecha cuando consiguió abrir el pecho del pajarillo. La sangre brotó y ella metió sus dedos en las entrañas del infortunado pájaro; disfrutó palpando el interior de la caja morturia para después llevar sus manos rojas a sus ingles y untar a lo largo de sus muslos la sangre del animal.  Escuchó pasos acercándose y dobló su cuerpo para proteger el tesoro que guardaban sus piernas. A nadie le extrañó su conducta y siguieron su camino. Los despojos del ave muerta se mezclaron entre las hojas verdes, Teresa tomó con delicadeza  cada pluma desprendida, unió las alas del pajarillo y lo devolvió a las ramas de donde cayó minutos antes. Quería escucharlo cantar; gustaba del trinar cotidiano de las aves, más en días como éste, donde el sol filtrado entre las jacarandas regresaba el color perdido a su rostro. Adentro las habitaciones eran frías y reinaba el silencio, olía a sábanas viejas y a carne enmohecida.

Por eso Teresa escapa al patio y juega en el suelo, antes de que alguién le ordene levantarse; como se lo ordenaron apenas la anestesia dejó de hacer efecto el día que extrajeron de su cuerpo a su bebé muerto porque su útero no era capaz de  servir como casa.Rueda entonces por el césped y se levanta sólo al acercarse un  hombre apuesto: ya sonríe coquetas mostrando sus largas piernas llenas de hilos de sangre, (¿acaso no es esa la insignia de la fertilidad por excelencia?), cubre su cara con sus brazos  y se sonroja al tiempo que presume sus bragas manchadas; todos en  el jardín se reúnen a rodearla hasta que ¡no! ¡suéltenme!¡adentro nadie habla y huele a muerto!

Me persiguen las mujeres batasblancas. Necesitas tomar un baño, te va a despejar la mente. ¿Ya viste lo que está haciendo tu madre?

Teresa corre y cae al suelo; y ríe y llora mientras señala sus piernas ensangrentadas, para que todos sepan que ya nadie la dejará sollozando los hijos que no puede tener; ydejará de temer la huída del amante porque quién,Teresa, quién necesita una mujer que no funciona por entero. Todavía tiene fuerzas para levantarse, para abordar a cada hombre y gritarle a la cara que está lista para concebir, que ya no necesita ser escupida o encerrada o humillada por incumplir sus deberes de esposa. Cuando las enfermeras la atrapen irá a tomar el baño, a despejar su mente y a pensar sobre el tiempo, o el amor, o las sábanas que tejerá para librarse de ese frío de hospital que no la abandona; pero eso serádespués, ahora celebra su vuelta a la sociedad, a los bailes y al cortejo que le procuran los ataviados con una camisa de fuerza, por lo menos éstos no podrán abofetearla cuando algo resulte mal.

 

Historia Anterior

Fábula del camino por Guillermo Verduzco

Siguiente Historia

Documentos por Sandra Cruz