Travesía de mariposas por Joan Carel

BernardoCid/ArchivofotoFIC2019

“Al principio fue la oscuridad, después un círculo de luz, un vientre y dos fetos”, con esas palabras una mujer de piel oscura inicia el relato del mito dogón, Ganou-Gàla, puesto en escena por Théâtre Motus, alternando una actualización de su significado en la vida de Marie y Pangée. El comienzo es encantador: una especie de arpa y tambores en un extremo, un violín en el otro, al centro un aro gigante de madera envolviendo una pantalla blanca, y en ella los títeres de alambre que se muestran mediante la sombra, ya maximizados, ya empequeñecidos o superpuestos, creando un efecto de fantasía y magia.

El relato continúa: la mujer, embarazada, pobre y sola, canta para darse valor en el momento del parto y coloca la pañoleta debajo de su cadera para recibir a sus hijos. Niño y niña da a luz y su primer grito es también un canto. La mujer y sus hijos se reconocen y se aman, mas sus senos están vacíos, senos de filigrana. Para calmar su hambre, los oculta bajo un baobab y parte en busca de alimento, pero un buitre rapta a los recién nacidos para entregarlos a una divinidad que los protegerá. La mujer llora y, a medida que avanza, la tierra se rompe creando los continentes; “la mujer que no merece ser madre”, dice la gente de su pueblo, cae a un pozo donde continúa perpetuamente su canto de dolor.

Marie es una joven mexicana criada en Canadá. Alguna extraña e incurable enfermedad padece, por lo cual es temeraria y arrojada, tanto en su pasión por su amigo de ascendencia suiza-maliense, como en su ambicioso proyecto de convertirse en mariposa y guiar a las monarcas en su viaje hacia la reserva michoacana: “quiero comerme la vida antes de que me coma a mí”. Pangée, por su parte, es un muchacho alegre e inocente que se escuda, cual caparazón, en la rebeldía como protesta a la crianza autoritaria ejercida por su padre; en conflicto por sus múltiples raíces y la incomprensión generacional, su reto es soportar y escapar del encierro militar al otro lado del océano impuesto por su progenitor.

Mariposa y tortuga, cielo y mar, son los símbolos análogos, por sus animales guardianes, con los gemelos raptados, y mientras los personajes míticos se separan y buscan por el mundo el canto de su madre, los adolescentes se enfrentan con la travesía de la vida en pos de su identidad. Al lado de títeres, como las mariposas y un camaleón, Marie y Pangé se sobreponen a los desafíos migratorios por bosques y selvas, al tiempo que danzas y diversos cantos en lenguas tradicionales los acompañan. Conforme se adentran en sus caminos, la distancia entre ellos es tan sólo una ilusión.

Con esta obra, la canadiense Hélène Ducharme busca evidenciar las semejanzas fraternas entre las múltiples culturas de los artistas que integran su compañía, especialmente el intercambio constante entre México y Canadá, países donde una misma mariposa encuentra su hogar por igual. Los títeres y la música son grandes aliados para el desarrollo de la historia, así como la versátil escenografía desmontable que bien puede representar un cosmos, bien puede convertirse en un pozo, en un río o hasta en umbral.

“Todo el mundo es mariposa; no existe la tierra, ni el día ni la noche, sólo las mariposas que danzan con el ritmo del universo”, dice Marie al concluir la aventura aérea y acercarse a su destino vital. En otra latitud, pero siempre junto a ella, Pangée la espera. Niño y niña se encuentran en una nueva luz: ella cae y él en sus brazos la recibe, como el gemelo a su hermana una vez encontrado el canto maternal. “Hay un pozo; se reflejan nuestros rostros, tú rostro en mi rostro…”, “llegaste, Marie”. Las lágrimas de leche llenan el hueco en la tierra y así “el despojo humano vuelve a ser madre” mientras abraza a sus hijos en el centro de su corazón.

Théâtre Motus
GANOU-GÀLA, la travesía
18, 19 y 20 de octubre de 2019
Auditorio de Minas

Fotografía: cortesía FIC

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