La muerte es un tema delicado, difícil de tratar, tanto que la mayoría no se atreve a hablar de ello y si lo hacen, es inevitable percibir una ligera expresión de angustia al terminar de hablar
Claro que existen especialistas que dan conferencias y terapias, incluso escriben libros para ayudar, a quien guste, a verlo como lo que es: un paso más.
Así es, la muerte es parte del orden natural, todo lo orgánico tiene fecha de caducidad y nosotros no estamos exentos, no sabemos cuando daremos el último aliento, ni bajo que condiciones será, puede suceder a causa de accidentes, complicaciónes médicas, etc.
Lo que tenemos seguro es que a cada uno de los seres vivos les sucederá, y aquí entra la pregunta ¿Qué hay más allá?
Ese gran misterio que nos empeñamos en responder, saber qué sigue para el individuo una vez que muere, sabemos que el cuerpo y todo objeto anatómico comienza a descomponerse, a pudrirse hasta que, aparentemente, desaparece, pero es lo que llamamos 'espíritu' o 'alma' que no sabemos a dónde va y a menos que vengan ellos mismos a contarnos, esa incógnita seguirá.
¿A qué va todo esto? Sinceramente no tenía nada mejor qué hacer y en eso me puse a cavilar la manera en que me gustaría sea mi funeral (que por cierto no me gustan).
No me gustan por todo el ambiente de tristeza propio de la situación, claro que también he sufrido pérdidas, como todos, por lo que sé lo que es el luto, es solo que soy muy sensible y aunque de personas ajenas se trate, con quien tuve ninguna interacción, con solo ver a otros sufrir ese momento, 'me parte el corazón' y me contagio, inútil decir que no dan ganas de llorar.
Volviendo a mi pensamiento, después de haber leido una frase en un artículo anterior publicado en este espacio, en la versión de Aleqs Garrigóz, titulado 'No es que morir nos duela tanto', me entró la inspiración y decidí redactar una especie de 'última voluntad' un último discurso que a familiares y amigos les llegará antes de dar inicio el sepelio, por lo cual, para no hacer más extenso este texto, se los comparto a continuación:
No es que morir nos duela tanto,
Vivir por vivir nos duele más.
Morir es una forma de liberación,
por eso moriré observando el horizonte,
contemplando los sueños e ilusiones
que de pequeño figuré,
mi espíritu ya cansado, viejo y decidido,
se sentará a la orilla a conversar con ese niño
que un día dejé de ser, le contaré nuestra vida
y lo mucho que me dolió haberlo dejado
a un lado cuando comencé a crecer.
Él tomará mi mano y me invitará a saltar,
juntos nos pondremos en pié y libraremos
el abismo que frente a nosotros, imponente, estará.
Daremos ese impulso y aferrados, reconciliados,
abrazados uno a otro volaremos
al llamado 'más allá'.
Así, mientras mi alma flota entre la
más grande tranquilidad, mi estuche corporeo
dejará de emanar cualquier signo vital,
espero nadie entre al llanto, se deben alegrar,
como una fiesta de cumpleaños sorpresa,
que todos se pongan a bailar, a cantar,
que alcen sus copas y por la vida y la
muerte se pongan a brindar.
Así quiero que sea el día, tarde o noche,
sin importar cuánto tarde en llegar
el momento de mi funeral.
