Un espacio para las quimeras por Antonio Valverde

Gabriel Morales (cortesía FIC)

¿Será normal que los sueños se tornen amargos con los años? Tal parece que solo en la niñez lo maravilloso es tangible, época en la que las quimeras acechan al girar en cualquier callejón y la risa es una genuina muestra de alegría sin malicia. Con los años, la capacidad de soñar va menguando y pasa de ser promesas que nos hace la vida a un consuelo por lo que nunca llegó. El anhelo sobre el pasado es inevitable por ser el templo de las fantasías, como un circo.

De entre todos los espectáculos circenses, el que se presentó en el Festival  Cervantino fue peculiar. Para empezar, el telón que revestía el escenario no estaba tejido con telas o plásticos, sino con melodías trenzadas entre luces cuya extensión se prolongaba más allá del escenario llegando a cualquier dispositivo que pudiera reproducir su espectro sonoro. Al escenario subieron nueve cabezas, cada una con una inusual habilidad melódica (una guitarra, dos saxofones, un clarinete, una tuba, un trombón, una trompeta, un violín y una batería), aunque la maestría con la que entonaron notas en total armonía delataba que se trataba de una sola entidad: una quimera. 

El nombre de este monstruo es Triciclo Circus Band, cuyo primer avistamiento fue hace doce años. Su presentación comenzó como cualquier espectáculo circense, con luces y atuendos extravagantes que en otras ocasiones sirven para distraer al público y compensar un poco la falta de talento. Sin embargo, todos los colores fueron el envoltorio de una excepcional propuesta musical cuyas canciones pegajosas se sienten cercanas y motivan a unirse al coro, sin importar si se entiende o no el idioma, pues algunas piezas del repertorio están escritas en alemán o francés buscando aportar algo más al público que sólo entretenimiento con frases vacías y sin sentido. Además, cuentan con encantadoras melodías en ritmos muy variados, como el ska, la polka y el jazz, entre las que destacó “La ausencia”, dedicado a quienes perdieron un ser querido durante la pandemia. 

¿Habrá una edad para soñar? Después de observar a la banda sabemos que no. Artistas como ellos demuestran que hay muchas formas de disfrutar una canción cuando está bien hecha. Seducir haciendo alusión a la infancia puede parecer un truco de feria y hasta una estafa bien conocida donde se engaña a los sentidos empalagándolos y dejando al alma húmeda de nostalgia; mas este fiero dragón musical no se alimenta de doncellas, sino del aplauso y las reproducciones que se suman de sus canciones, por lo que es imperativo escuchar su canto y correr la voz de que los monstruos no han muerto.

 

Triciclo Circus Band
Otro año más pedaleando
16 de octubre de 2021
Explanada de la Alhóndiga

Fotografía: Gabriel Morales (cortesía FIC)

 

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