Una casa Gabriela Cano

Cada vez más la casa es un tema central. Porque su localidad también nos ubica en una situación particular de mundo: quienes somos, qué hemos venido a vivir. Kitsu y el Baku, un libro de Elizabeth Cruz con ilustraciones de Silvana Ávila es ése tipo de publicación que nos lleva hacer más preguntas al respecto.  Kitsu, es un niño que vive a la periferia de la Ciudad del Este y cuya familia se debate cotidianamente entre el hambre. La pesadilla que atraviesa no es la del sueño sino la de la soledad y la precariedad.

Pero además hay un cuestionamiento interno, ¿Me he esforzado lo suficiente?, se dice cada manaña y le cuesta tener una respuesta. Todo se agudiza cuando se da cuenta que no es el único que atraviesa ése existir. Todos en su mundo tiene esa preocupación sobre lo material y aún más sin conocer los verdaderos motivos. Kitsu va al bosque donde un espíritu le cuenta que él y el resto corren peligro pues no se preocupan por descansar y han sometido el territorio a una explotación que sólo puede derivar en algo monstruoso.

Así pues a lo largo de la historia se va conformado que los monstruos no son aquellos seres que habitan en nuestras cabezas sino que puedan estar presentes en nuestras formas de acceder a lo que conocemos y de no cuidarlo y que eso incluye lo afectivo. Kitsu conoce a Miwa, la hija del gobernador de Ciudad del Este, y es ahí dónde ocurre el otro gran desdoble. ¿Cómo o de dónde venimos a entender el sitio que ocupamos?.

Mientras que Kitsu se ha dolido preocupándose por ser el hombre de la casa, Miwa tiene que pasar el ser nadie, crecer en una casa de muñecas. En sus diferencias ambos personajes cruzan por el sin sentido de no ser tomados en serio porque, ante los demás, sus intenciones no parecen reales.

Sin embargo, ¿no es acaso esa duda la que nos constituye respecto a la vida común? Porque esencialmente, no deberíamos devenir en niño o niña para entender que las desigualdades atraviesan nuestras historias. Kitsu y Miwa van descubriendo que para ser alguien es más importante decidir y construir lo que uno desea pero con el cuidado y el cariño que merece el cada uno. No sin sus dificultades, no sin sus temores. Quizá únicamente con esa certeza abierta.

Así pues Kitsu y el Baku es un libro de arte. Una ilustración cada página porque interpreta bellamente mitos y figuras tradicionales del Japón con un color y un trazo que no dejan de transmitir la belleza del sumi-e, una técnica de dibujo monocromático, basado en el uso de la tinta, originaria de la pintura china e introducida en Japón a mediados del siglo XIV. Este libro perteneciente a la Ediciones El Naranjo es uno de esos libros que confirman que eso que llamamos infantil o joven es más complejo de lo que se imagina.

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