La recientemente estrenada mini serie animada Watership Down, co producida por la BBC y Netflix, consta de cuatro capítulos de una hora de duración y está basada en la novela homónima de Richard Adams de 1972.
Aunque no lo refleja el título, la historia narra el viaje que debe realizar un grupo de conejos para salvarse de la catástrofe que vendrá a su hogar, y para hallar un nuevo lugar de asentamiento.
Los personajes principales son, pues, todos conejos y conejas. Pero no se trata de una historia para niños. Al contrario, es bastante cruda y brutal, y los personajes tienen bastante profundidad psicológica. Al final, se trata de una epopeya sobre la ambición humana, la sobrevivencia, la crueldad, el sacrificio y hasta la bondad.
Todo comienza cuando Fiver, un conejo pequeño, tiene uno de sus sueños premonitorios: la colina Watership será destruida por las máquinas de excavación de los humanos (que van a construir un fraccionamiento, pero podría ser un aeropuerto). Fiver convence a su hermano Hazel, que es noble y tenaz. A pesar de que muchos tildan de locos a los hermanos, se las arreglan para persuadir a un pequeño grupo de conejos para dejar su hogar y seguirlos en un viaje para hallar uno nuevo.
Pronto se enfrentan a peligros mortales y el liderazgo de Hazel es puesto en entredicho. Hay confrontaciones con un grupo de conejos religiosos que viven cómodos, comiendo comida de un huerto humano, y pagan el precio: ser cazados. Hay otro grupo de conejos esclavistas que entra en conflicto con el grupo de Hazel, hay perros, gatos, aves y otros peligros.
El tono es, como ya insinué, bastante maduro, y el tratamiento de la sociedad de los conejos, sus costumbres y su religión y filosofía es delicado y bello. Desde el inicio se nos muestra un atisbo de cómo los conejos saben que dependen de su agudo oído y de la velocidad de sus patas para poder huir de sus “mil enemigos”. Saben que dependen “del truco” para salvarse. Pero también saben que, si no se salvan, si su habilidad no es suficiente, han de perecer. La vida es así, a veces se pelea, a veces se mata, a veces se muere. Lo que no ven con buenos ojos es el uso del ingenio para hacer sufrir a otras criaturas. Eso sólo lo hacen los humanos, dicen, que son, por mucho, su enemigo más peligroso.
La miniserie es intensa y, aunque la animación no es impresionante para los estándares cinematográficos, el guion es excelente y la historia es poderosa, una de aquellas historias que de una manera aparentemente sencilla, abrigan una gran complejidad y sofisticación. Es una de esas series que nos recuerdan por qué contamos historias en primer lugar: porque de ellas extraemos un tipo de conocimiento que nos permitirá entender mejor el mundo y a nosotros mismos. Esta serie logra hacer eso con un montón de conejitos animados.
Esteban Govea es lic. en filosofía, poeta, narrador y guionista. Tiene algunos libros en amazon como Sexto Sol, La Poética Robot y La Música Cósmica. También tiene un blog: https://elenervatorio.wordpress.com/