Tengo ganas de intentarlo pues cuando miré sus ojitos pequeñitos ese día, algo saltó en mi corazón que se sintió muy bien. Tengo ganas de escribir sobre él ahora que comienzan los deseos del siguiente encuentro. Tengo ganas de quedarme con sus besos que saben bonito, sus risitas y sus manos.
Me voy acomodando cerquita de él y así he comenzado a tener las ganas de mirar sus ojos todos los días dado que me resulta tan gozoso darle y llenarlo de besos, me ha besado y escucho de cerca su respiración, me estremece su respiración. Me rehusaba a sentir de nuevo, “no me rompas el corazón ojitos, no dejes de besarme”.
En instantes el corazón me estalla de emociones y sentimientos profundos, mi cabeza se atora en la misma realidad cegada por el amor y el romanticismo, lamento a veces no lograr ser de este mundo, quisiera poder recibir lo que estoy dispuesta a dar, y a pesar de tantos dolores aún me lanzo a lo más profundo de la incertidumbre. A sentir lo más intenso del dolor… otra vez.
Tengo un recuerdo pegado a mi memoria, un amor profundo a un lugar que visité que solo regresa a mí cuando toco su boca. Todo lo bonito regresa cuando besa mis mejillas y lo veo a los ojos.
La había pasado muy mal, no sabes de cuántas cosas me arrepiento, aprendí de todo siempre, hasta que mi cuerpo reventó, mi alma desapareció, solo bebía y el alcohol era mi amiga, solo éramos ella y yo. No te conocía, ahora estás a mi lado, y me llenas de lucecitas tan brillantes que no quiero dejar de ver. No me interesa nadie más, no quiero a nadie más. Sólo quiero estar acostada contigo, tomados de la mano y llenándome de besos y de esos ojitos tuyos. Ahí, ahora, es mi lugar de amor.
Ilustración: Propia, sin nombre (Mariel Estévez Palmero)