Olores Por Laura Angélica Briseño Sánchez

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Nada, ni nadie

que tenga olores particulares me gusta,

prefiero los olores neutros,

de esos que apenas se logran distinguir

y que no sabes a quien pertenecen.

 

Odio las cosas con olores particulares,

sean de quien sean,

porque si por algún “error” ese olor se pega en ti,

entonces todos lo van a reconocer y sabrán lo que pasó.

 

Odio sentir el olor en mi cuerpo,

no importa si ese olor es mío o de alguien más,

no me gusta y preferiría no tenerlo,

me aterra el que alguien pueda sentir ese olor

e intento desaparecerlo.

 

Odio el olor de las personas,

algunos son muy fuertes y otros son muy suaves,

muchos son desagradables

y otros son tan armoniosos y perfectos que me provocan náuseas,

hay unos que se pegan fácilmente en la piel

y están los que nunca se llegarán a impregnar.

 

Nada que huela a alguien me gusta,

sobre todo porque dista mucho de mi olor,

luego es difícil explicar el aroma diferente en mi

y sé que algo en ello está mal,

sea lo que sea,

lo sé,

me molesta y quiero borrarlo.

 

Olores,

como los detesto,

me recuerdan épocas pasadas,

personas a las que debería olvidar,

dolores que jamás se van

y miles de errores que vuelven a pasar.

 

Los odio,

los odio cada vez más,

uno desaparece

y otro se vuelve más fuerte,

uno el amor trae de regreso

y el otro lleva a la perdición,

los odio, como los odio…

 

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