Dicen que lo curas todo, yo más bien creo que eres el enemigo.
Ahí están todos agradeciendo que llegues, que pases y que nos insultes con una gran bofetada de la que no podemos defendernos. Tú te llevas todo, el amor, las caricias, a nuestros padres, haces adultos a nuestros hijos. Eso sí, a algunos quizás por que estás de buenas o por distraído, nos muestras el amor infinito, insufrible, inagotable de una pareja, nuestra mitad perdida; aunque al final de cuentas te arrepientas y otra vez hagas de las tuyas.
Por todo esto desde hace mucho he decido que tú eres el enemigo pues encima de todo te has ido como agua. Has pasado tan rápido que he perdido la cuenta de cuantos años han pasado sin que termine una frase, me detengo a la mitad, reviento el lápiz, arrancó las hojas y vuelvo a esta guerra contigo. La que siempre ganas.
Hoy te escribo esta carta como tregua, como muestra de mi respeto y de ceder finalmente a que pases, de mi parte sin quejas ni lamentos.
Y después de tanto tiempo en guerra reconozco que tú ganas pero no pierdo.
Tú harás sin duda lo que siempre haces, IMPARABLE, y yo tendré venganza en cada frase, arrancandote para siempre mis memorias, sin que puedas defenderte.