Cuando la punta de la pluma sacó la primera gota de tinta una mano pequeña salió de ésta, la mano se estiraba a su amada que aún yacía en el frasco.
Con temor y bajo el camino trazado por la pluma marcó su vida en el papel y la pequeña mancha tomó silueta de un hombre, y ese hombre iniciaría su historia. En un segundo trazo la pluma fue dibujando una casa y aquella figura de tinta no dudó en entrar. La casa estaba llena de cuadros y diplomas, fotos de un chico con unos ojos que irradiaban esperanza. Descansó en la cama y se fue a dormir.
En la siguiente página había una escuela, las clases estaban a punto de empezar, y los pasillos estaban rodeados de compañeros, todos ellos venían del frasco y rápidamente hizo amigos. No podían hablar y la pluma no parecía querer que lo hicieran, pero aun así la emoción que sentía el hombre de tinta se podía sentir, pero extrañaba a su amada, aquella en el frasco.
Pasaron cinco o seis páginas y el hombrecillo de tinta se sentía triste por estar tan sólo, así que se sentó en una banca y puso las manos en su cara, entonces sintió una mano en su espalda, vio como la pluma había dibujado a una chica con un rostro hermoso, sin duda era ella, finalmente había salido del frasco. Ella se sentó a su lado y se miraron fijamente. La pluma dejó de moverse.
Pasaron cuatro páginas de su vida en la escuela, saliendo con amigos y yendo a lugares sólo ellos dos, dos páginas después se besaron, la pluma los quiso juntos y así quedaron, una página después la pluma dejó de moverse, pero las figuras de tinta seguían unidas.
El hombrecillo de tinta estaba completamente feliz de estar con su amada, hasta que sintió un temblor y escuchó un rugido feroz, de repente el piso comenzó a romperse y un sonido aterrador salía desde las páginas, una grieta separó las manos del hombre de tinta de la mano de su amada y la hoja se partió a la mitad, desde arriba pudo ver todo lo que la pluma había dibujado de él, esos puntos que se quedaron quietos en el tiempo, y sintió miedo, fue lanzado dentro de la basura y algo pesado cayó encima de él. Después todo fue oscuridad.
Las páginas ya no pasaban así que era difícil saber para el hombre de tinta el tiempo que había pasado en ese lugar oscuro. En su tristeza deseó con todo su ser estar de nuevo en el frasco de tinta, junto a quien siempre amó, ahora él no sabe dónde está ella.
Puede ver como una luz se hace cada vez más grande, y una mano infinitamente más grande que la de él toma aquello que cayó en su pecho. Brilla como el sol y tiene una piedra aún más brillante encima. Puede ver la cara de quien manejaba la pluma, sus mejillas brillando por las lágrimas y su cara con una expresión fija de dolor.
Aquel ser está levantando el bote donde se encuentra el hombre de tinta, éste tiene miedo, intenta irse de ahí pero no puede salir de la hoja. Empieza a sentir calor y un ruido de chasquidos le llega al oído. Entonces termina dentro de una gran caja de metal, el calor es insoportable y mucha basura ha caído encima de él. Y ve, tan cerca de él su otra mitad, la mitad de la última hoja. Es ella, tiene las manos en su cara. Él se acerca, se estira lo más que puede, más basura cae y entre los dos otra hoja, ahí está el momento donde ella lo consoló. Pasa por la hoja de ese recuerdo y llega a tocar el hombro de su amada. Ella lo mira fijamente, sus ojos se abren más al ver como por detrás de él, el fuego está consumiendo todo. Él la abraza, mira al fondo la página de su beso y hace lo mismo en esa. Al terminar sus manos siguen juntas mientras el fuego poco a poco termina la historia.
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Gustavo Gutiérrez Alvarado Soy un joven salinense, estudiante, empleado mal pagado y virgen abstemio, en otras palabras: una hueva. Así que tengo que destacar con el tipo de cosas que hay en mi mente, uso como pseudonimo Gabriel Alayza porque mi nombre real es el más godín que ha existido y eso es precisamente lo último que quiero hacer, pienso que ser un escritor fantasma es el peor trabajo del mundo y que escribiré lo que no pueda vivir para un día vivir algo que merezca la pena leer.