Entre más vueltas le doy al asunto, me doy cuenta de que realmente no estoy segura de lo que quiero, puesto que a veces odio verte a la cara y otras, no quiero que te apartes un segundo de mi lado.
En la vida me he encontrado con todo tipo de personas, pero nunca con alguien como tú, alguien fuerte y sensible con ese toque de atracción, una persona alta, delgada, ojos encantadores y sonrisa irresistible. Aún con todo lo que pudiera decir, no tengo ni idea de qué es lo que me falta para decidir soltarte, ¿o si lo sé? No tengo respuesta.
Te miro y entre suspiros me duele aceptar que ya no somos, que ya no estamos y que no importa cuántas veces intentemos abrazarnos sin querernos porque tengo la certeza que cada que lo haga, será motivo de dudas y dolor interno, en lo que algunos creen que está el corazón.
Te pienso sin querer por las noches pero en el día, estoy tan ocupada en mis convicciones, en lo que supuestamente quiero, en lo que haré cuando llegue a casa, en lo que hago mientras estoy en la escuela o el trabajo, evadiendo el tema a cualquier costo; que me miento como a todos, sonriendo para no llorar.
Lo curioso es que puedo llegar a ser tan cobarde que tuve que esperar meses a atreverme a mostrar el fragmento, sabiendo que soy mejor escribiendo canciones que escribiéndote versos.
Alguien me dijo un día que soy una egoísta y lo creo, y si ser egoísta significa anteponer mis sueños, con mis metas, con todo aquello que tanto me costó lograr, con el futuro que anhelo y la persona en la que me he convertido al haber pasado por tanto y lo que falta, entonces creo que lo soy. Y es que, entre la angustia con la confusión, quizá me den ganas de irme de ti y quedarme conmigo.
Porque puede que no sepa a donde ir pero sí tengo bien claro en dónde no deseo estar.
¿Qué dices corazón, me quedo o me voy?
Porque lo quiero y mucho, pero me quiero más a mi. Puntos suspensivos…