Once Upon a Time in Hollywood por Ringo Yáñez

La espera acabó, y por fin llegó la nueva cinta de Tarantino a México. Desde el primer momento en que fue revelada la información respecto a la película, una ola de intriga arremetió al público y así, entre fotografías filtradas y entrevistas, fue forjándose un camino hasta su estreno. Antes de entrar de lleno en la opinión, es necesario dejar en claro que este artículo contiene spoilers.

Como ocurrió hace poco con Roma, de Cuarón, esta es una película demasiado íntima y personal, lo mismo ocurre con Once Upon a Time in Hollywood, donde Tarantino rinde un increíble homenaje al séptimo arte a partir de su memoria, de los recuerdos de su infancia a través del motor de su vida, el cine, pero no sólo eso, sino que también cobran un importante sentido la televisión, la cultura y el contexto socio-histórico. La película tiene vida más allá de los personajes, de la trama que los encierra, estamos inmersos en un momento específico de la historia, 1969.

Tarantino retoma un método narrativo ya visto en Inglourious Basterds, la ficción ucrónica, donde la historia se encuentra enmarcada en cierto período del pasado, que es real, y que será un punto de partida de la trama, sin embargo, esto no va a determinar que los sucesos que vayan ocurriendo a partir de dicho punto vayan a ser reales, todo lo contrario, las cosas se van a encaminar a la ficción. Este método narrativo será elemental para alcanzar una tensión del arco en la historia, ya que gracias a esta herramienta es como llegamos al final de la película, y su resultado se precisa efectivo gracias al plot twist en los últimos minutos de la cinta.

Entre las figuras de Rick Dalton y Cliff Booth, ronda la figura de Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie, quien, al parecer, es uno de nuestros elementos históricos, determinados ya por un destino fatal, su muerte. Alfred Hitchcock, maestro del suspenso, resaltó la importancia de revelarle al espectador cierta información sobre un hecho próximo, para que así pudiera ser embargado por el suspenso. Tener un anticipo de lo que acontecerá nos orilla a sentirnos incomodos, y Tarantino juega con este elemento introduciendo a Sharon Tate en la trama. Poco a poco vamos siendo llevados al escenario culminante, vamos siendo testigos de elementos que de antemano sabemos adónde se dirigen. Y cuando la cuenta regresiva comienza, estamos sentados al filo del asiento, atentos, temiendo ya por el irremediable final y, entonces, ocurre el giro histórico.

Rick y Cliff hacen un dúo icónico repleto de química y de carisma, pero sobre todo, nos permiten observar la amistad que se forja entre ellos dos por su trabajo dentro de la industria del cine. Sin lugar a dudas, el personaje de Rick Dalton es muy bueno, ya que se encuentra en un duelo contra sí mismo, sabe de antemano que su carrera está comenzando a oxidarse y la época dorada comienza a perder el brillo, lucha contra el advenir de su olvido, del declive total de su trabajo como actor, vive una crisis que le pesa y le arrincona cada vez más. La ansiedad, los vicios y la edad comienzan a ser un factor que va a determinar su comportamiento y terminará asumiendo que su momento pasó, es por ello que termina entregándose a la industria italiana como último recurso. El trabajo desempeñado por Dicaprio es magnífico, ejecuta con maestría; un recordatorio de que es uno de los mejores actores de nuestros tiempos, sin lugar a dudas.

Cliff Booth no es tan interesante si lo comparamos con Rick, pero sí más emocionante. Considero que la actuación de Brad Pitt está bien lograda y ayuda a darle vida a su personaje. Cliff tiene tras de sí un pasado oscuro, que le da forma a su personalidad; es respetado por el miedo que impone y, paradójicamente, mantiene un perfil bajo, o eso intenta. Mientras Rick sufre en los sets de rodaje, Cliff se aventura por las calles de Los Ángeles, merodea por la ciudad y es quien tiene contacto con la secta de Charles Manson. Tras la exclusión como doble de Rick, podemos ver que su vida se ejecuta en un ritmo monótono y sin mucho sentido. La escena del enfrentamiento contra los miembros de la familia es impactante, un poco irreal, sí, pero no pierde su mérito. En medio del dédalo de las drogas y la situación, Cliff se las arregla junto a su perro para asesinar de modo brutal a los miembros de la secta.

La violencia de Tarantino se rige en su cine por una exaltación absurda de la sangre y en unas cuantas ocasiones por el dolor, esta escena se desarrolla con base en la segunda, el dolor. Toda la secuencia está teñida de una violencia lejos del estilo canónico de Tarantino. Se me antoja como una parecida a la de Del Toro, que busca incomodarnos con esta violencia de las sensaciones. Sin embargo, la escena termina coronándose con la firma definitiva del director cuando Rick saca de su cobertizo el lanzallamas con el cual su personaje carbonizó a los nazis, para hacer lo mismo con el último miembro vivo de la familia.

Lo cierto es que la película también tiene algunos detalles que a mi parecer no arruinan la experiencia, pero faltó desarrollar, o bien, no debieron estar. Considero que se pudo haber hecho más con el personaje de Sharon Tate, y que no sólo fuera la excusa para desarrollar el conflicto de fondo de la cinta. Lo mismo con el reparto de veteranos que formaron parte de la cinta; definitivamente esperábamos más de Al Pacino, Kurt Rusell o de Damian Lewis. Además, me pareció innecesario que incluyeran a Charles Manson de manera efímera, el filme hubiera funcionado de igual manera si no aparecía, la secta es en realidad en donde recae la sombra de Manson, lo único que se logró fue subir un poco más nuestras expectativas para dejarnos colgados.   

A pesar de lo anterior, la película vale la pena con todo y sus pormenores. La verdad, es que no es ni de lejos la mejor cinta del director, pero es muy singular al haberse deslindado del estilo cotidiano de su cine. La espera valió la pena y estamos listos para bailar al ritmo de los 60’s como Margot Robbie, porque así es el cine, y así son las películas de Quentin Tarantino, quien sigue robándonos el corazón, por muy huraño y extraño que pueda llegar a ser este hombre.

 

Historia Anterior

¿Me voy o me quedo? por Gabo Díaz

Siguiente Historia

Sobre un muro. Diálogo entre el Peje y Trump por Valentín Eduardo