Aguascalientes, capital del mundo, centro del universo por Pollo Muñoz

Para la gente que vive en grandes ciudades, la provincia es un lugar fascinante. Pareciera que el hecho de haber crecido en entidades o municipios pequeños nos convierte en especímenes con costumbres y hábitos dignos de estudios antropológicos, así como de una profunda reflexión, la cual va más allá de reconocer que el queso es un ingrediente de las quesadillas.

Definiré “hidrocentrismo” para expresar la supuesta supremacía de los nacidos en Aguascalientes. Según los “hidrocentristas”, por ejemplo, la inseguridad llegó cuando el INEGI se instaló en tierras hidrocálidas, y con el arribo de dicha institución, comenzó también un éxodo de “chilangos”. No es broma, existe un buen número de personas que consideran que su ciudad se volvió insegura cuando sus vecinos comenzaron a tener el acento característico de los nacidos en el entonces Distrito Federal.

Los recientes hechos nos han consternado, la inseguridad y violencia que vivimos actualmente no tienen precedentes… o quizá si. Los episodios de balaceras y descuartizados ya habían cimbrado a la sociedad, y comenzaron un llamado “jueves negro”, la diferencia es que ahora fue un viernes y quien entonces era Presidente Municipal, ahora es Gobernador.

La alternancia nos demuestra que la estrategia y políticas públicas en materia de seguridad, no son precisamente el fuerte de las administraciones panistas, pero para esta columna quisiera centrar mi análisis en la absurda forma de abordar los problemas por parte de la clase política de Aguascalientes.

En la campaña del 2016, la derrota del PRI se justificó porque, según algunos priistas, el Presidente de la República actuó de manera desleal al presentar una iniciativa mediante la cual se reconocía el Derecho de las personas del mismo sexo a unir sus vidas de manera legal. Según la lógica de quienes plantean esta hipótesis, como Aguascalientes es un lugar sumamente conservador, el proyecto legislativo tenía dedicatoria.

El hidrocentrismo se hizo presente y de manera burda, la suspicacia alude traiciones, mismas que nos deben hacer suponer que una entidad con menos del 1% del padrón electoral, fue, con perversidad, el objetivo de una propuesta progresista, basada en un movimiento global que busca la defensa y pleno reconocimiento de los Derechos Humanos. Bajo esta lógica conspiratoria, cualquier paso en firme en materia de igualdad debe supeditarse a coyunturas políticas de un lugar habitado por poco más de un millón de personas.

El segundo ejemplo de hidrocentrismo lo tenemos con las declaraciones del Diputado Federal, Jorge López, así como del Presidente del Comité Directivo Municipal del PAN, Paulo Martínez, quienes, en un intento por repartir culpas, dicen que Aguascalientes padece de una severa crisis de inseguridad gracias a un complot orquestado desde la Ciudad de México, es decir, que todas las acciones de violencia son un plan ideado por el Presidente, la Policía Federal y hasta la Procuraduría General de la República.

Vale la pena recordar que el Gobernador Martín Orozco, así como la Presidenta Municipal, Teresa Jiménez, expresaron durante su campaña que desaparecerían el mando único. Haciendo gala de aberrante ignorancia, omitieron la discusión legislativa del llamado “Mando mixto”, el cual es de carácter Constitucional y estipula la aplicación de mandos únicos o descentralizados dependiendo la situación particular de cada Entidad, otorgando responsabilidades a los tres órdenes de Gobierno. Suponiendo que ellos no hubieran negado la aplicación de mandos coordinados y centralizados ¿Por qué ahora se empeñan tan afanosamente en solicitar la intervención de la Policía Federal para resolver, por ejemplo, delitos del fuero común?

Volviendo a las declaraciones de Paulo y Jorge, el asumir que en la Ciudad de México existe una conspiración por parte del Gobierno Federal, además de absurdo, destaca por coincidir con la paranoia expresada por los derrotados de la campaña del 2016. De ninguna manera quiero decir que Aguascalientes no sea una Entidad importante o estratégica, pero ¿por qué suponen que todos los esfuerzos del Gobierno Federal irían enfocados a afectar el futuro de un lugar en el que no vive ni siquiera el 1% de la población del país?

Se me ocurren dos probables respuestas: la primera tiene que ver con esta peculiar idiosincrasia del hidrocentrista, que cree que la exedra está ubicada en el centro exacto de la República Mexicana, que aquí existen los atardeceres más bellos del mundo (lo cual quizá no sea mentira) y que la Feria de San Marcos es el evento cultural más grande del orbe; la segunda, tiene que ver con el ego desmedido y la incapacidad probada. Quienes aluden conspiraciones y planes provenientes de Los Pinos, lo único que hacen es justificar su ineptitud.

 

 

                               

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