Alcohol, trastornos y fantasías por Karla Aguilera

La chica del tren, es una cinta de suspenso de este año. Rachel, una mujer que pasó por un divorcio y ahora es alcohólica, Siempre toma el tren, y suele imaginar la vida perfecta que debe de llevar una pareja que suele ver todos los días por la ventana del tren. Un día repentinamente es testigo de un suceso que cambiará lo que solía fantasear. La película está basada en la novela exitosa del mismo nombre, escrita por la británica Paula Hawkins.

Dirigida por Tate Taylor, reconocido por dirigir la película con varias nominaciones al Oscar: Historias Cruzadas (2011). Las actuaciones son muy buenas, destacando a la protagonista, Emily Blunt (Al filo del mañana, 2014 y La reina joven, 2009), donde nos muestra un personaje depresivo, alcohólica y con problemas. Rebecca Ferguson (Misión: Imposible, 2015), como Ana, una ama de casa dedicada a su esposo e hija. Y la bella Haley Bennett (Los siete magníficos, 2016), quien es Megan, una chica con trastornos.

La fotografía es neutra, pues se supo manejar el tono perfecto de acuerdo a la escena. Las escenas tienen muchos primeros planos y planos a detalle, pues hacen mayor énfasis en las emociones  y en lo que le está sucediendo al personaje en el momento.  Transmitiendo más las emociones del personaje al público.

 

La banda sonora va de la mano del talentoso compositor Danny Elfman (encargado de las bandas sonoras de casi todos los filmes de Tim Burton), la música y las escenas encajaron perfectamente.

Conforme va avanzado la cinta, las historias se van entrelazando. El montaje es discontinuo, ya que hay saltos en el tiempo, vienen y van, y todo se va estructurando como un rompecabezas. Juega con tu psicología, te hace creer lo que no es real y al final el resultado es inesperado.

Sinceramente no esperaba mucho de la película, pero sucedió lo contrario. El filme sabe atrapar al espectador, causa emociones (miedo, confusión y  frustración), cumple su objetivo como película de suspenso.

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