Me encontré una madrugada sin poder dormir, con una sensación de distracción que no dejaba que mis pensamientos se mantuvieran en paz; y no es que estuviera intranquila, sino que simplemente no sabía qué sucedía.
Le di play a mis canciones favoritas a un volumen considerable para poder acomodarme y perderme en la música, puse el móvil a un lado de la cama, me cobijé hasta el cuello, tratando de relajarme y respirar profundo, hasta que mis ojos y mi cuerpo dijeron que estaban cansados.
En ese momento nada pasó por mi cabeza, o quizá no lo recuerdo, hasta que el sentimiento de ausencia volvió, aún de noche, con la música igual de baja que mi ánimo; para serte sincera, hace mucho no me sentía así, y comencé a cuestionarme qué acontecía en mi vida en todos los ámbitos; con mi familia, con el trabajo, con la escuela, mis actividades, el deporte etc., y no encontré grieta que provocara tal agujero negro en mí.
Después de dar vueltas en la cama, cambiar de artista en Spotify, enfadarme conmigo misma por no descansar cuando podía, volteé al techo, suspiré, me acurruqué…
Y luego, me acordé de ti, meses después, aunque pregoné olvido y confianza en mí, aunque me convencí de que ya no eras para mí, volviste a mi pensamiento, o quizá siempre estuviste pero no quería darme cuenta, hasta que recordé mi falta de apetito, y los excesos que me daba, las mil ocupaciones que me cargaba, el descanso que no me tomé, y mil excusas más para que no estuvieras en mi mente.
¿A quién engaño? Miré nuestras fotos con amigos, revisé tus cuentas de redes sociales, me puse al tanto de tu día y sin querer, ese hueco en el estómago se convirtió en sed, en una sed que desconozco si pueda saciar, o satisfacer con otra cosa. No sé si me explique, me provocaste sed y hambre, como cuando sabes qué quieres para cenar, pero te hace daño, y prefieres largarte a la cama con el estómago hecho trizas.
Pensé en ti y luego en mí, en lo que era mejor, en si valía la pena despertarte para preguntarte si todavía sentías amor, pero luego me arrepentiría y no me lo perdonaría, en tu semblante te ves feliz, y yo soy nadie para interrumpir algo así.
No me preocupa pasar otra semana en vela, pero me angustia saber si estás mejor sin mi, y me muerdo los labios, aguantando escupir la frustración, porque sé que no toleraría si sé que tú tampoco puedes dormir.