Aro de circo por Jerónimo Gómez Ruiz

Darle cuerda a un libro o resumirlo en un sueño

para llegar a la hora,

disertar sobre el sabor del té

que toman A y B en la mesa del Capítulo 2.

 

Y tal vez al tirar la ceniza en la fiesta

el torrente descriptivo también beba cerveza

entre acto y acto:

girar la manija del baño,

ir y venir hacia el espejo,

con el etcétera por fin en la cabeza.

 

Darle cuerda también a la bomba de chicle,

a la misma hora repitiéndose los siete días

o tal vez a la variación del chicle con la intriga,

el pasmo repentino de ubicarse en un hecho

conveniente y complejo.

 

Adentrarse al rincón del escenario

y seguir escena adentro más allá de la cortina

para cargar bloques en prosa y llevarlos de regreso.

 

Hay una pirámide vibrante junto al eje en que gira el paraíso:

en su cuadro las cajas son habitaciones

y las cosas se acomodan nuevamente a su sombra.

 

El cielo es un tapete azul que alguien enrolla

mientras desenrolla otro para tapar el recuadro por donde sale el sol:

me han hablado del círculo de fuego

en cuyo interior las piedras y ramas son cuervos de poetas.

 

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