Sabemos distinguir una buena tortilla cuando se infla en un comal negro. Esos destellos de calor que expide el carbón que se consume al rojo vivo es parte de una transformación que lleva esa tortilla a convertirse en el taco del almuerzo; pero antes de ser tortilla fue masa nixtamalizada, mucho antes maíz y sigue cambiando, en constante movimiento.
Ese cambio constante es distintivo en lo que comemos, es parte de México, un lugar que nunca está quieto, donde la hierba crece al caer de las lluvias y donde el agua se estanca cuando la sequía acecha; todo aquello que vemos y sentimos en un día es también parte de los cambios.
Transformación es seguramente el común denominador de la obra de Astrid Hadad; cantante, actriz, arreglista, artista plástica que a través del cabaret ha podido alzar la voz, difundir la cultura mexicana y construir un discurso artístico que cruza fronteras.
Si hablamos de los #NuevosMexicanos, ella es una de las más grandes provocadoras de este nuevo sentir. Durante años ha podido rescatar características olvidadas por la marcha de concreto, iconografía barroca que ha sido pieza especial en la escenografía y que, en sus propias palabras, se pone en el cuerpo.
Hadad fue la primera en regresarle un espacio olvidado a Doña Marina, Malintzin, la mujer que reivindicó lo femenino en la estructura de gobierno de las culturas indígenas; estratega política, con el don de lengua o, también dicho, intérprete.
Para Astrid el feminismo es parte de su discurso, en sus 35 años de carrera ha realizado sus espectaculares de manera independiente. Vetada de toda estructura cultural es libre, soberana y sobre todo creadora.
En entrevista manifiesta como las estructuras culturales en el mundo están dominadas por los hombres y como, aun en el primer mundo, al intentar negociar cuestiones creativas o monetarias esperan a un hombre como su representante. Pero no, ella en conjunto con una artista francesa han podido colocar en el mundo la escena mexicana.
Con más de 12 producciones musicales, Astrid comenta que su principal referencia es el cabaret alemán, espectáculos escénicos que tienen como principal fin la critica social. En México se desarrolló un cabaret con muchísimas plumas, pero que se olvidó de la crítica social.
Por otro lado, los más férreos seguidores del cabaret no conciben que la música norteña, la tradicional y el son tengan lugar dentro de la propuesta artística de Astrid, pero eso da lugar a su genialidad. El hecho de manifestar una idea ecléctica (donde cabe todo) es, en mi opinión, la mejor representación de un país tan diverso.
En revista Golfa nos complace tener en nuestra(s) página(s) a la Lady Gaga del nixtamal, a la mujer que ha podido representar a México como un país con muchos contrastes, colorido y absolutamente hermoso. Busca en este mismo número la entrevista que Astrid Hadad nos dio hace unas semanas y maravíllate con todo lo que nos compartió.