Es bueno estar aquí por Ivonne García Lemus

Por la tarde salí de mi casa acompañada de mi bicicleta. Mientras pedaleaba por la ciclovía, me acosaron unas cuantas miradas de hombres y unos cuantos automovilistas me señalaron. Siempre hago caso omiso. Algunas veces no me contengo y les grito cualquier grosería.

Ahora estoy sentada en una banca del parque que suelo frecuentar. Lo que está frente a mis ojos es un arroyo que huele horrible, a unos cuantos metros una pareja, abrazados y tirados en el pasto. Puedo ver a unos cuantos jóvenes haciendo ejercicios que parecen forzosos.

A lo  lejos escucho cumbias, la melodía perfecta para el grupo de señoras que practican zumba.

Estoy rodeada de árboles, arbustos y palmas. El aire se siente fresco. Contemplo el cielo, adornado de nubes de colores cálidos. Disfruto tanto de los atardeceres que si no fuera por las cumbias del zumba y el ruido de los autos, este parque tuviera un ambiente más relajado, pero de cualquier manera, siempre es bueno estar aquí.

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