Como vaticinio de lo que acontecerá dentro, el perfil de una mujer, hecho en óleo sobre un círculo de madera, da la bienvenida en la galería adjunta al teatro. Sus ojos están cerrados y en su rostro, cansado, desgastado, manchado y mutilado, una dolorosa resignación se manifiesta.
En el escenario todo es de madera: un banco, una especie de baúl, una caja y una guitarra. En las butacas y de pie hay adultos de todo tipo: académicos y directivos universitarios, estudiantes, prensa internacional y local, gente primeriza en asuntos teatrales, ancianos, jóvenes… Las luces se apagan y de la oscuridad emergen ocho sombras, cinco femeninas y tres masculinas, con lámparas en mano como armas. Una voz de niña narra: “Mi ojo abarca todo el hueco… Veo a mi mamá bailando con tres hombres… Uno le clava su hoz… Las lágrimas escapan por el foco”.
La rabia, escrita y dirigida por David Eudave, es la primera producción promovida por la Compañía de Artes del Campus Guanajuato, en donde estudiantes de la licenciatura en Artes Escénicas de la Universidad de Guanajuato –como el año pasado con Todo puede ser– tienen la posibilidad de ganar experiencia escénica dentro del Festival Internacional Cervantino (FIC). “Artistas en formación” es seguramente el argumento para que la entrada sea libre y la sede (Centro Cultural Mariel) uno de los recintos más alejados del núcleo cervantino; mas eso no impide que la propuesta sea presenciada con emoción y luego positivamente valorada. Cosa extraña en el FIC, no hay programas de mano, pero no hacen falta, así como tampoco información más que una sencilla oración de presentación: “Esta obra expone cruda y directamente la violencia que sufren las mujeres en Latinoamérica”.
Historias de mujeres mancilladas, de sus hijos y esposos desaparecidos, se cuentan alternando escenas breves. Las tragedias adquieren sentido conforme transcurre la obra y se enlazan en el río y con el canto. Al igual que los cuerpos golpeados, violados, mutilados o muertos, con el agua fluyente “las culpas, los recuerdos, las penas, los ojos, las gargantas, la rabia y el mañana, se vienen y se van”. Las fotos son símbolo vivo de esos que aún son esperados y que lo serán “hasta que no haya nadie a quien buscar”, pues en ellas, en las cartas y en el grito arrojado al aire persiste una parte de quienes continúan aquí.
“La rabia se escurre por la tierra”, la rabia del jodido, del ultrajado… Se escurre y se apagan los pasos de búsqueda, se agotan las lágrimas. Esa rabia, el miedo y el rencor vacían los ojos, vacían los pechos que, sin aire y en un último intento, cantan mirando el horizonte rojo donde converge cada uno –las escenas– de los ausentes 43.
Rabia: grito desesperanzado de esperanza.
La rabia
Compañía de Artes del Campus Guanajuato
Centro Cultural Mariel
15 y 16 de octubre