Sé que el amor es benigno, sí, siempre y cuando sea correspondido, porque algunas veces solo pasa desapercibido y ahí es cuando el corazón sufre en vano por un amor que llega a ser imposible, a lo cual el destino no les da la probabilidad de estar juntos.
Hoy decidí escribirle al amor y sinceramente sé que le he dejado unas cuantas lágrimas guardadas en un odre, y a un lado un ramillete lleno de ilusiones y fantasías las cuales han brotado de mi alma. He sido dichosa cuando fui correspondida, pero también infeliz cuando el desamor tocó mi puerta con su indiferencia.
He derramado mi esencia en cada prosa, verso y escrito, he suspirado por ese amor, y llegué a acariciar el alma del amado de mi corazón; logré en su momento que voltease su rostro a mí cuando escuchaba mi declamación, que para sus oídos fue dulcísima.
¿Sabes, amor? a la luz de la vela te declaro que mis sentimientos fueron sinceros aun cuando creí que era correspondida, pero ahora entró el desgano a mi alma, y hasta mis huesos se sienten desvalidos, sin fuerza.
Siempre alimenté la esperanza y la ilusión, me aferré a un amor que en su momento creí que iba ser posible. No, no lo fue, fue inalcanzable…
Le di a la esperanza una oportunidad, pero ella tomó otra senda y dejó solo la huella de la desesperanza.
¿Sabes, amor? Creo en el destino, aunque llegué a creer en la casualidad, pero sé que solo fue la causalidad para poder entender o tratar de comprender que hay tiempos para amar y ser amado, pero también hay otros para esperar el verdadero y único amor en esta vida.
Amor, tal vez por fin algún día llegues en realidad y sea recíproco ese amor, hoy seguiré escribiendo letras y continuaré haciéndolo por las noches y en medios de los silencios.
Amor, seguiré esperándote.