Hace unos días tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Guadalajara, específicamente para una cosa: Estar en la casa de gran director mexicano Guillermo del Toro. Bueno, no su casa en realidad, porque el vive en Los Ángeles, California. Tampoco la casa donde vivió en Guadalajara con sus padres y la cual sirvió para poder pagar parte de la invención de Cronos. Sino el museo itinerante EN CASA CON MIS MONSTRUOS presentada en el MUSA de la Universidad de Guadalajara. Esta exposición desaparecerá para siempre en octubre de este año para ya nunca más volver (por lo pronto eso es lo que dice del Toro).
Debo confesar que me sentía como niño. Poder ver los grandes diseños de personajes y utilería que creó y usó del Toro en sus películas era ya un lujo. Pero con lo que me encontré, honestamente, fue más de lo que me pude imaginar.
El museo y el manejo de los espacios fue creado por el mismo Guillermo del Toro y por Eugenio Caballero, diseñador de El laberinto del Fauno y ganador del Oscar® por la misma película. También que algunas piezas de las 900 que se presentan en la muestra no están en su casa de Los Ángeles. Pero lo que nadie se imagina es el viaje que te hacen realizar desde el principio hasta el fin.
Empecemos pues, por el principio. La primera impresión que te llevas en la sala lounge es muy buena. Puedes comprar algún alimento, tomarte una cerveza o un refrigerio, comprar un souvenir y por supuesto, tomarte la foto con Guillermo (al menos con su escultura de tamaño real).
Imaginen pues, que se abre un portal a la cabeza de Guillermo del Toro y visitar su pasado, su presente y algo de su futuro. Imaginen que en todo el recorrido encontramos piezas de sus películas combinadas con momentos que marcaron el camino que seguiría como creativo y genio. Eso es, en un concepto sencillo, la exposición.
Cuando caminas por el portal hacia la primera de las ocho salas de la exposición te das cuenta de lo sombrío, fantástico, terrorífico e increíble que puede ser el universo de del Toro. Cabe hacer mención que los guías son estudiantes de la Universidad de Guadalajara y que te presentan con gran entusiasmo el sorprendente viaje de casi dos horas.
En esa primera sala se encuentran Una muñeca diabólica e increíble del programa de Night Gallery, El vestido original de Mako Mori y su traje de piloto de Gipsy Danger de Pacific Rim y geniales dibujos y acetatos originales de películas como Pinocho y Alicia en el país de las maravillas. En la continuación de la sala es fenomenal encontrarse con el libro original que se presentó en El laberinto del Fauno y un sinfín de objetos que te van adentrando a su casa. La iluminación directa y oscura y lo simplista de las paredes hacen lucir al máximo cada una de las piezas. Y para cerrar con broche de oro, te encuentras frente a frente con el fauno. Es poco lo que puedo decir de lo perfecto que son cada uno de los elementos estructurales de la escultura. Simplemente un éxtasis estar ahí y poder casi tocarla (digo casi porque si lo haces, te sacan automáticamente de la exposición). Además de las figuras, está la experiencia creada en cada sala, aspecto que dejaré abierto para los que no han ido y planean hacerlo, puedan disfrutar esos elementos de sorpresa como yo lo disfruté.
En la segunda sala continúan los recuerdos del director y su añoranza por su México y en específico su ciudad: Guadalajara. Te explican como extrañaba la lluvia que se presenta constantemente en esta ciudad, por lo que creó un espacio creativo en su casa donde llueve todo el año, con sonido, agua y todo. Podemos encontrar en una de las paredes la única pieza del story board de La invención de Cronos; vale la pena analizarlo. En esta misma sala nos muestran a uno de sus grandes ídolos: Edgar Allan Poe en una escultura hiperrealista (nos explicaron que el escultor Thomas Kuebler utiliza entre otros materiales, pelo humano para hacer sus obras). Un espacio tipo biblioteca abrumador y fantástico.
En la tercera sala nos metemos de lleno a los procesos creativos de creación de del Toro: Crimson Peak (o La cumbre escarlata) es presentada en todo su esplendor. Un juego de té que usaron para envenenar a Edith. Vestidos utilizados por ella y Lucile donde podemos observar lo obsesivo que es con los detalles de sus producciones (en el traje de luto se pueden observar las mariposas reales que se utilizaron para decorarlo). Sillones agrandados y empequeñecidos para demostrar conceptos de grandeza y opresión. Y como complemento el diseño original de los dementores de Harry Potter y algunos otros artefactos increíbles, como la maqueta de la máquina del tiempo original de la película de 1960.
En la Cuarta Sala nos encontramos con dos de las películas (Cronos, Hellboy) entrañables para el director Guillermo del Toro y otro de sus grandes héroes: H. P. Lovecraft. Elementos increíbles como la pistola de Hellboy. El artefacto de La invención de Cronos. Botiquines. Cuadros. Máscaras. La piel prostética utilizada por Federico Luppi en La invención de Cronos y que es una marca registrada de su empresa de diseño y maquillaje Necropia. La corona que controla al ejército dorado. Todo y más de lo que puedes digerir y ver y que te deja extasiado. Y solo vamos a la mitad. Por cierto, el rincón de Lovecraft presenta otra de las esculturas hiperrealistas de Kuebler de este gran autor de terror fantástico.
Supongo que pensado para que el espectador descanse física y mentalmente de todo lo que ve, se presenta un descanso antes de subir a las salas superiores. Pero no está vacío el mezzanine de MUSA. Te espera erguido y vigilando, el ángel de la muerte de Hellboy II, literalmente para que te tomes la foto con él.
La quinta y sexta sala nos hacen conocer más de Guillermo del Toro y de lo que significa para él lo fantástico, lo misterioso, lo extraterrestre. Los comics y la lucha libre (su admiración hacia El Santo es inminente). Claro está que a partir de esta sala te encuentras con elementos icónicos de sus películas. La criatura de The Shape of water en un maravilloso diorama del laboratorio. Objetos icónicos de la película y de otras más, mezcladas perfectamente para que en ningún momento sientas agobio o aburrimiento. Hellboy, La invención de Cronos, The Shape of Water, Pacific Rim, El Espinazo del Diablo (conoces en persona a Santi en uno de los grandes momentos de la muestra), El Laberinto del Fauno. Todo perfectamente mezclado con comics y Revistas (“Duda” era una de ellas y lectura favorita en su niñez). La capa original de El Santo, las máscaras de algunos peleadores como Tinieblas y Mil Máscaras. esculturas de Jason y los argonautas. El Kraken de Clash of the Titans… Imposible nombrar las 900 piezas de la exposición, porque no quiero caer en hacer un inventario.
Y terminamos con unos unos grandes amigos de toda la vida de Guillermo: la sala ocho (o el Cirque du freak). Te recibe La escultura maravillosa de Frankenstein (la criatura) con su novia del escultor Mike Hill, vigilada por la máscara del mismo monstruo de casi dos metros (o al menos así la medí a ojo de buen cubero). Máscaras de Drácula. Engendros en formol. Y terminando en este espacio con las figuras de la película Freaks de 1932 (una de las figuras la tiene en su cuarto y la otra en la cocina).
Y para terminar un cierre magistral: el hombre pálido de El laberinto del Fauno. Sin palabras.
Ahora que estoy describiendo y no viviendo el recorrido, me doy cuenta que me es casi imposible poder explicar los sentimientos que me generaron todos los espacios, momentos, objetos, artefactos e historias que comprende la exposición. Y que los monstruos de Guillermo del Toro no son solo los que ha creado, sino los que le han influenciado para ser quien es. Ahora entiendo el agradecimiento a sus monstruos cuando ganó el Oscar® como director y mejor película, y dijo que nunca perdería nunca la fe en ellos.
Termina la exposición con una cronología de todos sus trabajos que comienzan con Doña Lupe y Geometría (primeros cortometrajes de su filmografía) hasta Scary Stories to Tell un the Dark que está por estrenar y sus concepto de Pinocho y una sala alterna donde hay parte de su acervo bibliográfico que puedes consultar y leer (lamentablemente es uno de los espacios más vacíos de la exposición).
En conclusión, me permito establecer tres ideas terminales: PRIMERA: Es una de las mejores exposiciones que he visto. SEGUNDA: Tienes que vivirla para poder comprenderla y disfrutarla. Y TERCERA: Cuando salí de la exposición, terminé amando al triple a Guillermo del Toro.
Mi admiración profunda y agradecimiento por dejarnos entrar a su casa con sus monstruos.