La juventud tiene que crear, una juventud que no crea es una anomalía.
“Ché” Guevara.
El sueño de la eterna juventud está inmortalizado ya en una amplia variedad de motivos culturales de diversas regiones de este globo, el capitalismo (cada vez que digo eso me siento como el sr. Crocker de “Los padrinos mágicos”) se ha encargado de convertir nuestra juventud en una vergüenza por improductiva económicamente y en hacer nuestra frustración un motivo de sus ficciones.
Las revoluciones tecnológicas han “creado” y ampliado un periodo de inactividad económica en nuestras vidas, dedicadas en un principio al estudio de las “artes liberales”, “cuadrivium y trivium”, a la “secu”, el “cole”, la “prepa” o la “uni”. Sin embargo, la revolución digital logró que miles de jóvenes que han terminado sus estudios tengan mucho tiempo disponible antes de integrarse a la vida laboral (generalmente en contra de su voluntad).
Estxs “nini”, llamados así despectivamente por no trabajar ni estudiar, son considerados una carga, y la culpa social ha recaído en lxs jóvenes que se encuentran sin posibilidad de ingresar a un trabajo de acuerdo a su formación. Otrxs, caen ante el escarnio y prefieren ocuparse en empleos de ganapán para evitar las reprimendas familiares o el castigo social por no hacer “nada de provecho”.
Sin embargo, la historia de las revoluciones tecnológicas demuestra que cuando lxs jóvenes ocupan su tiempo libre en actividades lúdicas “improductivas” se generan nuevas industrias inexistentes o impulsan la economía con actividades hasta ese momento ejercidas por el grupo social privilegiado en su momento.
El buen Wilbur tenía 36 años y su hermano Orville 32, cuando sus continuos “juegos” lograron volar el primer aeroplano (dato controvertido). La historia se negaría a decirle “juego” a la actividad que realizaban ese para de mecánicos de bicicletas porque se le olvida que su mirada conlleva una interpretación escatológica, pero en su época aquel par de ingenieros aerodinámicos debía ser la burla de su comunidad, sobre todo cuando regresaban golpeados por algún infortunio.
La historia no debió ser muy diferente para los hermanos Lumière. “Guti” y “Luisito” la debieron haber pasado mal con su invento antes de obtener los laureles que hayan alcanzado a recoger en vida con su invento que aún no logramos de entender cabalmente, aunque ya nos ha generado muchas horas de entretenimiento. Su invento ha sido uno de los ancestros que hoy un ejercito de jóvenes ha tomado en sus manos para hacerse de un lugar en el mundo y exigir un poco de reconocimiento social: los “streamers”, “youtubers”, “webinars”, o como le diga la chaviza hoy en día.
En la actualidad mucha gente sigue confundida por lo que sucede en sus pantallas, a pesar o debido a la diversidad de géneros en la que devino lo filmado.
La región 4 comprende, según el último censo, más de 31 millones de jóvenes entre 15 y 29 años de los cuales 7 millones han caído en la desgracia de ser ninis. Hay talento, sólo falta contratarlo (con, ¡mínimo!, todas las prestaciones de ley y un salario digno).
Pero, desde nuestra trinchera, la sociedad, habría que apoyarlos a no subcontratarse o preocuparse por obtener su primer salario, sino en encontrar su vocación o pasión en la vida. La tecnología nunca ha sido creada, desarrollada o mejorada por el trabajador, sino por el ocioso (aunque sean la misma persona, se necesita de tiempo libre para “echarle coco” y pensar cómo o con qué podemos cazar nuestro próximo mamut de manera más sencilla o menos riesgosa).
Diversificar la industria
El ciclismo, el automovilismo, el surfing, el snowboarding, la escalada y muchas actividades lúdicas o deportivas fueron creadas para llenar el tiempo libre que la revolución industrial nos ha dejado. Incluso deportes o artes como el cine, el ánime, los videojuegos o la música más comercial han necesitado de una base de mucho tiempo libre de jóvenes cuyo interés resulto económicamente improductivo en un inicio.
Las olas de personas que han llegado a la realidad virtual a inundar la red de contenido de sustancia variable tienen el potencial para crear nuevas interacciones culturales y nuevas formas de experimentar la cultura, las artes, la vida. En lo inmediato, el mundo del entretenimiento ya se ha vuelto mucho más dinámico y diverso gracias a que se han abandonado las superproducciones y los partícipes desecharon el rigor de “hacer un producto cultural”. Ojalá que todos los grupos amateurs, semi-profesionales y profesionales se sintieran invitados a participar en esta cultura más democrática.
A lxs jóvenes no se les debe exigir ser productivos económicamente, pues no es dinero lo que le falta al mundo, se les puede pedir que sean creativos y ocupen su tiempo libre en experimentar nuevas formas de participar socialmente que no sea generar dinero, dinero, dinero, aprende algo tiempo muerto.
Continuará.