Ahora que no estás la mañana se ha tornado oscura.
El vació en la cama ha quebrado el silencio de mi cobardía.
Habría preferido la soledad, pero tu fantasma se ha empeñado en mantenerse firme, plasmando tu recuerdo en mis sueños, tus huellas en el piso, tus labios en los vasos, tu mano en el espejo.
Vaya forma de jugar con mi miseria, vaya forma de arrojarme a la insolente realidad.
He comenzado a morder mis dedos por falta de uñas.
Deje de contar los cabellos que se quedaron tu almohada.
Peleo con los mosquitos que son atraídos por lo poco que queda de cerveza.
Claro que el alcohol me acompaña en tu ausencia.
Es lo que me ha mantenido ajeno a todo lo que me resisto a recordar, y me enfoca en todo lo que dejaste.
Acepte a los dos segundos de tu partida que la culpa era mía.
Que perdí las ganas.
Que todo parecía carecer de sentido.
Que estaba equivocado.
Qué ganas tuvimos de jodernos tanto.
Puedes creer que me da por limpiar este desastre.
Termine por hacer aquello que me pediste.
Saque la basura, junto con mi pesimismo.
Saque a pasear al perro, como a todas mis ideas.
Arreglé la gotera, podé el jardín, puse las cortinas.
Oh detesto tanto que no estés aquí.
Ahora que no estás le pido consejos al perro, les pregunto a las tazas como me quedo el café, conversó con los locutores de la radio.
Ahora que te has ido, cada noche me invento tu regreso.
Como tus manos juegan en mi espalda, como tus pies acarician los míos, como me susurras que me amas.
Te espero, te espero con ansías.
Oh amor mío, si tan solo vieras las cortinas.