Cuando todos duermen (Homenaje a Cortázar) Por Iván Alejandro Díaz Acevedo

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Cuando cae la noche por las calles y las estrellas empiezan a encenderse las famas se cepillan los dientes, anotan minuciosamente en una libretita los deberes de mañana y se van a dormir. Los cronopios por el contrario, bailan espera, de vez en cuando se les ocurre llorar un poco, guardan sus recuerdos junto a la almohada, y si tienen ganas, se dejan caer a los brazos de Morfeo. Las esperanzas como acostumbran se duermen temprano y sueñan un futuro extraviado.

Pero mientras todos duermen, los narcisos se reúnen, y bailan dictamen, bailan condena. Entonces se ponen a hablar de asuntos solemnes; como el monopolio, el progreso y por si fuera poco, la contaminación.

En una ocasión un narciso le dijo a otro lo siguiente:

-Por las famas no hay problema pero ¿cómo haremos para que las esperanzas y los cronopios nos obedezcan?

A lo que él otro con un bostezo respondió:

-Los haremos que bailen obediencia…

Terminadas las reuniones, los narcisos se despiden, se acuestan en sus lechos de soberanía, cierran los ojos y fingen dormir.

De vez en cuando, en la mente de Cortázar, las famas, los cronopios y las esperanzas bailan todos juntos, bailan el baile de la obediencia. Pero luego se cansan de tan mala coreografía, y regresan a sus deberes; las famas como siempre van al orden y se dedican a él, las esperanzas sueñan, como es su costumbre despiertos, los cronopios no sé qué hagan, creo sinceramente que ni ellos mismos lo saben, pero de vez en cuando como en medio de una epifanía, los cronopios se preguntan y no encuentran respuesta. De vez en cuando, cuando todos duermen, una hoguera se enciende, y los cronopios bailan Rebeldía.

Fotógrafa: María Paola Garrido Barrera

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