La vieja Habana, todo el mundo sabe de ella porque ahí se encuentra lo que a los hombres vuelve locos: infinitas playas, el mejor ron, robustos tabacos, placentero son y, por su puesto, su alucinante raza mulata. Sin duda, un lugar excelente para congratular el alma, esa, la vieja Habana suspendida en el tiempo por creer, aunque sea paradoja, en la libertad, y es que su historia tan bien sabida ha hecho que su bandera sea estandarte de guerra para los pueblos en el mundo que reclaman justicia y paz.
Decía Fidel Castro que “quien no conoce a José Martí no puede considerarse cubano”, y quien no conoce a Martí tampoco puede considerarse ciudadano del mundo. Ese ideal de la Cuba del siglo pasado, oprimida, revolucionaria, obstaculizada y antigua, el imaginario de la Cuba negra, representa sólo un lado de la moneda, pues lo cierto es que su revés, debido a la continuidad de su historia, su cultura, su gente, es muy distinto e incluso permite una Cuba con tintes de un nuevo color.
Yaite Ramos adopta el contrastante blanco para teñir su propia bandera, pues se aleja un tanto de la tradición cubana, que pesa sobre sus hombros al ser hija de uno de los músicos fundadores de la afamada orquesta Buena Vista Social Club. Sin embargo, más que abandonarla, mezcla su tradición con ritmos característicos del latin jazz, fusionando además la cultura urbana que ha surgido al amparo de los nuevos tiempos, como el hip-hop, la cumbia y el reggae. La cantautora, flautista y percusionista afrocubana, se ha dado a sí misma un personaje con el que se adentra en la aventura de resignificación creativa: La Dame Blanche.
Para cerrar los eventos del Trasnoche en el 47 Festival Internacional Cervantino, su concierto, sin duda, superó la expectativa, pues más que una noche de buena música, fue realmente el regalo de una noche blanca. Ella entró al escenario con arrebatador ímpetu, sin necesidad de una presentación inicial. Sus letras, ritmos y baile asaltaron los sentidos y fue suficiente el espectáculo para que la gente en el área del bar decidiera levantarse y unirse con vehemencia a la fiesta orquestaba desde el escenario, sin sentir la falta de algún estupefaciente antes ni después.
La Dame Blanche hizo evidente el dinamismo de aquella Cuba suspendida, transformada ahora en una Cuba por fin libre, o al menos en su música, pues, aunque en el corazón lleva el espíritu de denuncia del siglo pasado, es totalmente hija del tiempo actual.
La Dame Blanche
Bajo el mismo cielo
26 de octubre de 2019
Ex Hacienda San Gabriel de Barrera
Fotografía: cortesía FIC