Dios se mueve en maneras misteriosas
para realizar sus maravillas;
Él planta sus huellas en el mar
y monta sobre la tormenta.
En lo profundo de minas insondables
de habilidad que nunca termina,
Él atesora sus brillantes designios
y hace su soberana voluntad.
Ustedes, santos temblorosos, tomen nuevos bríos;
las nubes que tanto temen
son grandes en piedad y se desharán
en bendiciones sobre sus cabezas.
No juzgues al Señor por el débil sentido,
mas confía en Él por su gracia:
tras una providencia de ceño fruncido
Él esconde una cara sonriente.
Sus propósitos madurarán pronto,
desplegándose cada hora;
la yema puede tener un sabor amargo,
pero dulce será la flor.
La ciega incredulidad es segura en el error
y sondea Su obra en vano;
Dios es su propio intérprete
y lo hará con sencillez.