Sin meditar acabo con mi presente de frontera,
quisiera volver sobre mí, y ser un héroe exaltado
como fragilidad nueva en el día que justo nace,
desencadenado y libre por fin como pluma al viento.
Partes de un salto con algún giro prolongado al Sol
-luz e instrumento de paz-,
recuerdo las derrotas que nos llevaron a aprender:
no sobrevive quien provecho obtenga de tu arco y dardo.
Atenea dispuesta y entendida en amores, belleza,
majestad que mide inequidades con azote firme,
por el camino de nuestra esperanza hallamos tu cuerpo,
coronado con sabias y laurel fresco.
¡Oh, Virgen, de hombres guerreros protectora!
Del Partenón espía bajo un disfraz,
amargo vino se vierte en tu áurea copa,
cúbrenos con la sangre de tus rivales,
a tus hombres fieles sírvela y acompáñanos
en nuestro humilde festín.